Jeremías 39:1-41:18; 2 Timoteo 1:1-18; Salmos 90-91; Proverbios 26:1-2 (Traducción en lenguaje actual (TLA))
Jeremías 39-41 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
La
derrota de Jerusalén
39
Sedequías llevaba diez años y nueve meses de reinar en Judá cuando el rey de
Babilonia y sus soldados marcharon contra la ciudad de Jerusalén y la atacaron.
2-3 Durante más de año y medio la tuvieron rodeada, y finalmente pudieron
abrirse paso a través de un hueco en el muro de la ciudad. Por ese hueco
pasaron todos los jefes del rey de Babilonia, y fueron a instalarse en la
entrada principal. Los jefes eran: Nergal-sarézer, Samgar, Nebo-sarsequim, que
era un alto oficial, otro Nergal-sarézer, que también era un alto funcionario,
y todos los otros jefes del rey de Babilonia. Esto ocurrió el día nueve del mes
de Tamuz,[a] del año once del reinado de Sedequías.
4
El rey Sedequías se dio cuenta de que Jerusalén había sido conquistada; por eso
él y todos sus soldados huyeron de la ciudad. Salieron de noche por el jardín
del rey y, luego de pasar por el portón que está entre los dos muros, se
dirigieron hacia el valle del Jordán.
5
Pero el ejército babilonio los persiguió y los alcanzó cerca de Jericó. Allí
capturaron a Sedequías y lo llevaron ante el rey de Babilonia, que en ese
momento estaba en Riblá, en el territorio de Hamat. Allí mismo el rey decidió
el castigo que se le daría a Sedequías. 6 En primer lugar, mandó que mataran
delante de él a sus hijos y a todos los hombres importantes de Judá; 7 luego
mandó que a Sedequías le sacaran los ojos, y para terminar mandó que lo
sujetaran con cadenas de bronce y lo llevaran preso a Babilonia.
8
Los babilonios quemaron el palacio del rey y todas las casas de la ciudad, y
derribaron los muros de Jerusalén. 9 El comandante de la guardia personal del
rey, que se llamaba Nebuzaradán, se llevó presos a Babilonia a todos los que
quedaban en Jerusalén, y también a los que apoyaban a los babilonios. 10 En el
territorio de Judá dejó solamente a los más pobres, y a ellos les dio campos y
viñedos.
11-12
El rey de Babilonia le ordenó a Nebuzaradán que me vigilara muy bien, y le
dijo: «No le hagas ningún daño, y dale todo lo que necesite».
13
Entonces, el comandante de la guardia y otros oficiales del rey de Babilonia 14
ordenaron que me sacaran del patio de la guardia, y que me entregaran a un tal
Guedalías, que era hijo de Ahicam y nieto de Safán. Como Guedalías me permitió
regresar a mi casa, yo me quedé a vivir con la gente de la ciudad.
15
Recuerdo que cuando estuve preso en el patio de la guardia, Dios me dijo:
16
«Jeremías, quiero que hables con Ébed-mélec, el etíope. Dile de mi parte que a
Jerusalén no le va a ir nada bien, pues le voy a enviar un terrible castigo.
Dile que yo, el Dios de Israel, lo he anunciado, y él estará allí cuando eso
ocurra. 17 Dile además que yo me comprometo a no dejarlo caer en manos de los
babilonios. Ébed-mélec les tiene miedo, 18 pero yo le aseguro que no permitiré
que lo maten. Le salvaré la vida, y así lo recompensaré por haber confiado en
mí».
Jeremías
sale de la cárcel
40
1-2 Dios volvió a hablarme cuando me llevaban a Babilonia junto con los
prisioneros de Judá y Jerusalén. Cuando llegamos a Ramá, el comandante
Nebuzaradán me quitó las cadenas y me dijo a solas:
«El
Dios de Israel me pidió que te dijera que él mandó este desastre sobre tu país,
3 para cumplir con sus amenazas. Ustedes se rebelaron contra él y fueron muy
desobedientes. Por eso les pasó todo esto. 4 Ahora mismo voy a quitarte de las
manos esas cadenas. Si quieres, puedes venir conmigo a Babilonia; ahí yo te
cuidaré muy bien. Si no quieres, puedes irte a donde quieras. ¡Toda la tierra
está a tu disposición!»
5
Como Nebuzaradán me vio indeciso, me dijo:
«El
rey de Babilonia ha nombrado a Guedalías como gobernador de las ciudades de
Judá. Creo que te conviene quedarte a vivir en este lugar, con él y con tu
pueblo. Pero estás en libertad de ir a donde quieras».
Dicho
esto, Nebuzaradán me dio bastante comida y un regalo, y me dejó ir. 6 Fue así
como me quedé en Israel, con la gente de Judá que no fue llevada prisionera a
Babilonia. Me quedé a vivir en Mispá, cerca de la casa de Guedalías.
Plan
para matar a Guedalías
7-8
El rey de Babilonia nombró a Guedalías gobernador de Judá. Lo puso a cargo de
los que se habían quedado allí, que eran los más pobres del país. Cuando se
supo la noticia, algunos jefes y soldados de Judá todavía estaban en el campo.
Entonces fueron a Mispá, junto con los soldados que estaban bajo su mando, y se
presentaron ante Guedalías. Entre ellos estaban Ismael, los hermanos Johanán y
Jonatán, Seraías, Jezanías y los hijos de Efai.
9
Guedalías les dio ánimo a todos ellos, y les hizo la siguiente promesa:
«No
tengan miedo de los babilonios. Quédense a vivir en Babilonia, y ríndanse al
rey. Yo les prometo que les irá bien. 10 Voy a quedarme a vivir en Mispá, y
cuando los babilonios vengan acá, yo hablaré a favor de ustedes. Sólo les pido
que vuelvan a sus ciudades, y que se encarguen de cosechar los frutos de
verano, y de almacenar el vino y el aceite».
11
Los judíos que estaban en Moab, Amón y Edom se enteraron de que el rey de
Babilonia había dejado en Judá a unos cuantos judíos, y que había puesto a
Guedalías como gobernador de Judá. También lo supieron los judíos que vivían en
otros países, 12 así que todos ellos vinieron para volver a establecerse en
Judá. En cuanto llegaron, fueron a presentarse ante el gobernador Guedalías,
que estaba en Mispá. También ellos se dedicaron a cosechar los frutos de verano
y a guardar mucho vino en las bodegas.
13
Un día, Johanán hijo de Caréah fue a Mispá para hablar con Guedalías. Lo
acompañaron todos los jefes militares que estaban en el campo. 14 Al llegar, le
dijeron:
—Queremos
advertirte que Baalís, el rey de Amón, quiere matarte. Para eso ha contratado a
Ismael hijo de Netanías.
Como
Guedalías no les creyó, 15 Johanán le propuso en secreto:
—Guedalías,
no podemos permitir que ese Ismael te mate. Si llega a matarte, se dispersarán
todos los judíos que se han puesto a tus órdenes, y con eso Judá acabará de
hundirse. ¡Déjame ir a matarlo! ¡Te prometo que nadie sabrá quién lo hizo!
16
Pero Guedalías le advirtió a Johanán:
—¡Ni
se te ocurra hacerlo! ¡Eso que me dices de Ismael es pura mentira!
Muerte
de Guedalías
41
Ismael era hijo de Netanías y nieto de Elisamá. Había servido como oficial del
rey de Judá, pues pertenecía a la familia del rey. En el mes de Etanim,[b]
Ismael fue a Mispá y se presentó ante el gobernador Guedalías. Iba acompañado
de diez soldados. Guedalías invitó a comer a Ismael y a sus acompañantes. Allí
en Mispá, 2 mientras comían, Ismael y sus hombres se levantaron y mataron a
Guedalías. 3 Ismael mató también a todos los judíos y soldados babilonios que
estaban allí.
4
Al día siguiente, nadie se había enterado todavía del asesinato de Guedalías. 5
Entonces llegaron ochenta hombres de Siquem, Siló y Samaria. Iban al templo
para presentar ofrendas y quemar incienso en honor de Dios. Iban sin barba, con
la ropa rota y con el cuerpo lleno de heridas que ellos mismos se habían hecho.
6 Como Ismael todavía estaba en Mispá, salió a su encuentro. Mientras avanzaba,
fingía estar tan triste como ellos. Cuando estuvo cerca, les dijo:
—¡Vengan
a saludar al gobernador Guedalías!
7-9
Pero antes de que llegaran al centro de la ciudad, Ismael y sus hombres
comenzaron a matarlos, y los iban arrojando en un pozo seco. Ese pozo había
sido construido por el rey Asá de Judá, para defenderse de los ataques del rey
Baasá de Israel. En ese mismo pozo habían arrojado el cadáver de Guedalías. El
pozo ya se estaba llenando de cadáveres, cuando diez de los ochenta hombres le
rogaron a Ismael:
—¡No
nos mates! ¡En el campo tenemos escondido mucho trigo, cebada, aceite y miel!
Ismael
los dejó con vida, 10 pero se llevó prisioneras a las hijas del rey, y también
a la gente que se había quedado en Mispá, y que Nebuzaradán había puesto bajo
el cuidado de Guedalías. Con toda esa gente prisionera, Ismael se dirigió a la
región de los amonitas.
11-12
Cuando se supo lo que había hecho Ismael, salieron a perseguirlo Johanán hijo
de Caréah y todos los jefes militares que estaban con él. Lo alcanzaron cerca
del gran pozo de agua que está en Gabaón. 13 Todos los prisioneros que llevaba
Ismael se pusieron muy alegres cuando vieron a Johanán y a todos los jefes
militares, 14 y enseguida se dieron vuelta y se fueron con Johanán. 15 Pero
Ismael y ocho de sus hombres lograron escapar y huyeron hacia la región de los
amonitas.
El
pueblo quiere escaparse a Egipto
16
Johanán y los jefes militares que lo acompañaban rescataron a los que Ismael se
había llevado desde Mispá, luego de haber asesinado a Guedalías. Entre ellos
había mujeres, niños, soldados y oficiales del rey. 17 Luego comenzaron el
largo viaje de regreso, y descansaron en Guerut-quimam, un lugar de descanso
que está junto a Belén. De allí pensaban seguir hasta Egipto, 18 para escaparse
de los babilonios. Tenían mucho miedo de ellos porque Ismael había matado al
gobernador Guedalías.
Footnotes:
Jeremías 39:2 Tamuz: Cuarto mes del
calendario lunar hebreo, y que en nuestro calendario solar corresponde al
período que va de mediados de junio a mediados de julio.
Jeremías 41:1 Etanim. Véase nota en 28.17.
Traducción
en lenguaje actual (TLA)
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2 Timoteo 1 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
Saludos
1
1-2 Querido hijo[a] Timoteo:
Te
envío mis saludos, y de todo corazón les pido a Dios Padre y a Jesucristo
nuestro Señor que te llenen de amor, te ayuden en todo, y te den su paz.
Como
te dije antes, soy apóstol de Cristo. Dios me envió a comunicar su mensaje, y
me prometió la vida eterna por medio de Cristo Jesús.
Oración
de agradecimiento
3
Mis familiares y yo hemos servido a Dios, y nadie puede acusarnos de nada malo.
Siempre que oro, ya sea de día o de noche, te recuerdo y doy gracias a Dios por
ti. 4 Cada vez que me acuerdo de cómo lloraste y te pusiste triste, me dan más
ganas de verte. ¡Cómo me alegraría eso! 5 Tu abuela Loida y tu madre Eunice
confiaron sinceramente en Dios; y cuando me acuerdo de ti, me siento seguro de
que también tú tienes esa misma confianza.
No
hay que avergonzarse
6
Por eso te recomiendo que no dejes de usar esa capacidad especial que Dios te
dio cuando puse mis manos sobre tu cabeza.[b] 7 Porque el Espíritu de Dios no
nos hace cobardes. Al contrario, nos da poder para amar a los demás, y nos
fortalece para que podamos vivir una buena vida cristiana.
8
Por lo tanto, no te avergüences de hablar bien de nuestro Señor Jesús. Tampoco
te avergüences de mí, que estoy preso por servir a Jesucristo. Al contrario,
tienes que estar dispuesto a sufrir por anunciar la buena noticia. ¡Ya Dios te
dará las fuerzas necesarias para soportar el sufrimiento!
9
Dios nos salvó y nos eligió para que seamos parte de su pueblo santo. No
hicimos nada para merecerlo, sino que Dios, por su gran amor, así lo planeó.
Dios ya nos amaba desde antes de crear el mundo, pues desde entonces
pertenecíamos a Cristo Jesús. 10 Dios nos mostró ese gran amor por medio de lo
que Jesucristo nuestro Salvador hizo por nosotros. Porque él destruyó a la
muerte y, por medio de la buena noticia, nos ha dado la vida eterna.
11
Dios me nombró apóstol para anunciar y enseñar a las naciones la buena noticia.
12 Por eso mismo estoy sufriendo ahora. Pero no me avergüenzo de lo que me
pasa, porque yo sé bien en quién he puesto mi confianza. Estoy seguro de que él
tiene poder para hacer que la buena noticia se siga anunciando hasta que llegue
el fin del mundo. 13 Las enseñanzas que te he dado son un buen ejemplo de lo
que debes hacer. No dejes de confiar en Dios y en el amor que tenemos por estar
unidos a Jesucristo. 14 No permitas que nadie contradiga la buena enseñanza que
recibiste. Dios te ha encargado ese trabajo, y el Espíritu Santo te ayudará a hacerlo.
15
Seguramente ya sabes que todos los cristianos de la provincia de Asia me
abandonaron. ¡Hasta Figelo y Hermógenes me dejaron solo!
16
Le pido a Dios que sea bueno con la familia de Onesíforo y la ayude. Él me
animó muchas veces, y no se avergonzó de que yo estuviera en la cárcel. 17 Al
contrario, tan pronto llegó a Roma, me buscó por todas partes, hasta que me
encontró. 18 Espero que el Señor Jesús lo trate con bondad el día en que Dios
juzgará a todo el mundo. Como sabes, Onesíforo nos fue de gran ayuda en la
ciudad de Éfeso.
Footnotes:
2 Timoteo 1:1 Querido hijo: Pablo quería a
Timoteo como si fuera su propio hijo. Véase 1 Timoteo 1.1-2.
2 Timoteo 1:6 Puse mis manos sobre tu
cabeza: Cuando una persona era nombrada como líder de la iglesia, o elegida
para hacer un trabajo especial para Dios, otro líder o varios de ellos ponían
sus manos sobre la cabeza de la persona escogida y oraban pidiendo la bendición
de Dios.
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en lenguaje actual (TLA)
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Salmos 90-91 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
Libro
4 (Salmos 90—106)
¡Bendice
nuestro trabajo!
SALMO
90 (89)
Oración
de Moisés.
90
Dios nuestro,
¡tú
siempre has sido nuestra casa!
2
Desde
siempre y hasta siempre,
desde
antes de que crearas
las
montañas, la tierra y el mundo,
tú
has sido nuestro Dios.
3
Tú
marcas el fin de nuestra existencia
cuando
nos ordenas volver al polvo.
4
Para
ti, mil años pasan pronto;
pasan
como el día de ayer,
pasan
como unas horas de la noche.
5
Nuestra
vida es como un sueño
del
que nos despiertas al amanecer.
Somos
como la hierba:
6
comienza
el día,
y
estamos frescos y radiantes;
termina
el día,
y
estamos secos y marchitos.
7
Si
te enojas, nos asustas;
si
te enfureces, nos destruyes.
8
Tú
conoces nuestros pecados,
aun
los más secretos.
9
Si
te enojas, termina nuestra vida;
los
años se nos escapan
como
se escapa un suspiro.
10
Si
las fuerzas nos ayudan,
podemos
vivir setenta años,
y
aun llegar a los ochenta;
pero
no tiene sentido
que
vivamos tanto tiempo:
esa
vida de angustias y problemas
pasa
pronto, lo mismo que nosotros.
11
La
fuerza de tu furia
nadie
ha llegado a conocerla.
¡Es
tan grande tu enojo
como
el temor que nos inspiras!
12
Enséñanos
a pensar cómo vivir
para
que nuestra mente
se
llene de sabiduría.
13
Dios
nuestro,
¿hasta
cuándo vas a abandonarnos?
¡Vuelve
a ser nuestro Dios!
¡Compadécete
de nosotros
pues
somos tu pueblo!
14
¡Permítenos
comenzar el día
llenos
de tu amor,
para
que toda la vida
cantemos
llenos de alegría!
15
Ya
hemos tenido días de tristeza
y
muchos años de aflicción;
¡devuélvenos
esa alegría perdida!
16
¡Permite
que nosotros y nuestros hijos
podamos
ver tu grandeza y tu poder!
17
Dios
nuestro,
¡muéstranos
tu bondad,
y
bendice nuestro trabajo!
¡Sí,
bendice nuestro trabajo!
Dios
nos protege
SALMO
91 (90)
91
Vivamos bajo el cuidado
del
Dios altísimo;
pasemos
la noche bajo la protección
del
Dios todopoderoso.
2
Él
es nuestro refugio,
el
Dios que nos da fuerzas,
¡el
Dios en quien confiamos!
3
Sólo
él puede librarnos
de
los peligros ocultos
y
de enfermedades mortales;
4
sólo
bajo su protección
podemos
vivir tranquilos,
pues
nunca deja de cuidarnos.
5
Ni
de día ni de noche
tendremos
que preocuparnos
de
estar en peligro de muerte.
6
Ni
en las sombras de la noche,
ni
a plena luz del día,
nos
caerá desgracia alguna.
7
Tal
vez a nuestra izquierda
veamos
caer miles de muertos;
tal
vez a nuestra derecha
veamos
caer diez mil más,
pero
a nosotros nada nos pasará.
8
Con
nuestros propios ojos veremos
cómo
los malvados reciben su merecido.
9
El
Dios altísimo
es
nuestro refugio y protección.
10
Por
eso ningún desastre
vendrá
sobre nuestros hogares.
11
Dios
mismo les dirá a sus ángeles
que
nos cuiden por todas partes.
12
Los
ángeles nos llevarán en brazos
para
que no tropecemos con nada;
13
andaremos
entre leones y serpientes,
¡y
los aplastaremos!
14
Dios
dice:
«Mi
pueblo me ama y me conoce;
por
eso yo lo pondré a salvo.
15
Cuando
me llame, le responderé
y
estaré con él en su angustia;
lo
libraré y lo llenaré de honores,
16
le
daré muchos años de vida,
y
lo haré gozar de mi salvación».
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Proverbios 26:1-2 Traducción en
lenguaje actual (TLA)
La
necedad
26
No es posible imaginar
que
caiga nieve en la selva
ni
que llueva en el desierto
ni
que se alabe a un tonto.
2
La
maldición sin motivo
jamás
surte efecto;
es
como un ave sin rumbo.
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