Jueces 17:1-18:31; Juan 3:1-21; Salmos 104:1-23; Proverbios 14:20-21 (Traducción en lenguaje actual (TLA))
Jueces 17-18 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
Las
imágenes de Micaías
17
Había un hombre llamado Micaías, que vivía en las montañas de Efraín. 2-3 Un
día, le dijo a su madre:
—Te
oí maldecir al ladrón que te robó más de mil monedas de plata. Pero en realidad
fui yo quien te las quitó. Aquí las tienes.
Y
le devolvió las monedas de plata a su madre, quien le dijo:
—¡Dios
te bendiga, hijo mío! Ahora aparto esta plata para Dios. Con ella voy a mandar
hacer una imagen de madera recubierta de plata, y te la daré a ti.
4
De la plata que le había devuelto su hijo, ella apartó doscientas monedas y se
las llevó a un platero, a quien le pidió que hiciera una imagen tallada en
madera y recubierta de plata. Después llevó la imagen a la casa de Micaías, 5
quien había hecho un altar en su casa; allí tenía otras imágenes y una túnica
sacerdotal, y había nombrado sacerdote a uno de sus hijos. 6 En esa época los
israelitas no tenían rey, y cada uno hacía lo que le daba la gana.
7
Había también en ese tiempo un joven de la tribu de Leví, que vivía como
extranjero en Belén de Judá. 8 Un día salió de allí en busca de otro lugar
donde vivir, y andando por la zona montañosa de Efraín llegó a la casa de
Micaías. 9 Éste le preguntó:
—¿De
dónde vienes?
Y
el joven le contestó:
—De
Belén de Judá. Soy descendiente de Leví, y busco un lugar donde vivir.
10
Entonces Micaías le dijo:
—Quédate
conmigo, y serás mi sacerdote y consejero. A cambio, yo te daré diez monedas de
plata al año, además ropa y comida.
11-12
El joven sacerdote aceptó quedarse a vivir con Micaías, y fue su sacerdote
particular. Hasta llegó a ser como uno de sus hijos. 13 Micaías pensaba que,
teniendo como sacerdote a un descendiente de Leví, Dios lo ayudaría y todo le
saldría bien.
La
tribu de Dan conquista su territorio
18
En ese tiempo en que los israelitas no tenían rey, los de la tribu de Dan
estaban buscando un lugar donde vivir. De todas las tribus de Israel, Dan era
la única a la que todavía no se le había asignado ningún territorio. 2 Por eso
los de Dan eligieron de entre sus familias a cinco valientes de Sorá y Estaol,
y en secreto los enviaron a explorar el territorio. Cuando llegaron a la zona
montañosa de Efraín, pasaron la noche en la casa de Micaías. 3 Estando allí, se
dieron cuenta de que el joven sacerdote era de otro lugar, por su manera de
hablar, y le preguntaron:
—¿Quién
te trajo acá? ¿Qué estás haciendo? ¿Para qué viniste?
4
Él les explicó:
—Hice
un trato con Micaías, y él me paga para que sea yo su sacerdote.
5
Entonces ellos le dijeron:
—Por
favor, consulta a Dios por nosotros. Queremos saber si nos irá bien en este
viaje.
6
Él les contestó:
—Pueden
ir tranquilos, porque Dios los va a proteger.
7
Los cinco hombres salieron, y cuando llegaron a Lais encontraron que allí la
gente vivía confiada y tranquila, pues tenía todo lo que necesitaba. Esa gente
era de Sidón, pero como estaba lejos de su patria no se relacionaba con nadie.
8 Cuando los que habían ido a explorar volvieron a Sorá y Estaol, sus
compañeros les preguntaron:
—¿Cómo
les ha ido?
9
Ellos les respondieron:
—¡Hay
que atacarlos ya! Recorrimos toda la zona y vimos que la tierra es muy fértil.
¡Vamos, no se queden ahí sin hacer nada! ¡Hay que ir enseguida a conquistar esa
tierra! 10 Cuando lleguen, verán que la gente no sospecha nada. ¡Dios nos ha
dado un territorio grande, donde hay de todo!
11
Entonces seiscientos hombres de la tribu de Dan salieron bien armados de Sorá y
Estaol. 12 Subieron y acamparon al oeste de Quiriat-jearim, en Judá, en un
lugar que ahora se llama Campamento de Dan. 13 De allí siguieron hasta la zona
montañosa de Efraín, y llegaron a la casa de Micaías.
14
Los cinco hombres que habían explorado el territorio de Lais les dijeron a sus
compañeros: «¿Sabían que en una de esas casas hay una imagen de madera y plata?
También hay otras imágenes y una túnica sacerdotal. ¿Qué les parece?»
15
Todos se dirigieron hasta la casa de Micaías, y saludaron al joven sacerdote.
16-17 Los seiscientos soldados de la tribu de Dan se quedaron a la puerta con
el sacerdote, mientras que los cinco exploradores entraron en la casa y se
llevaron las imágenes y la túnica. 18 Cuando el sacerdote se dio cuenta de sus
intenciones, les preguntó:
—¿Qué
están haciendo?
19
Ellos le contestaron:
—¡Cállate!
¡No digas nada! Ven con nosotros y serás nuestro consejero y sacerdote. Es
mejor ser sacerdote de toda una tribu israelita, que de la familia de un solo
hombre, ¿no te parece?
20
Esto le pareció bien al sacerdote, así que tomó la túnica y las imágenes, y se
fue con los de Dan. 21 Al seguir su camino, pusieron al frente a los niños, el
ganado y el equipaje. 22 Ya se habían alejado bastante cuando Micaías salió con
sus vecinos a perseguirlos. 23 Cuando los de Dan oyeron los gritos, se dieron
vuelta y le preguntaron a Micaías:
—¿Qué
te pasa? ¿A qué vienen tantos gritos?
24
Micaías les contestó:
—¿Cómo
se atreven a preguntarme qué me pasa? ¡Ustedes me han robado las imágenes que
hice, se han llevado a mi sacerdote y me han dejado sin nada!
25
Entonces los de Dan le contestaron:
—¡Cuidado
con lo que dices! ¡No nos levantes la voz! Algunos de nosotros podríamos perder
la paciencia y atacarte, y morirías tú y tu familia.
26
Micaías se dio cuenta de que eran más fuertes que él, y se volvió a su casa.
Los de Dan continuaron su camino.
27-28
Los de Dan se fueron a atacar a la ciudad de Lais, llevándose al sacerdote de
Micaías y las imágenes que él había hecho. Lais estaba en el valle que
pertenecía al pueblo de Bet-rehob, y allí la gente vivía tranquila y confiada,
sin sospechar que iban a ser atacados. Sin embargo, los danitas los mataron a
todos, y después incendiaron la ciudad. Y como los de Lais no tenían relaciones
con nadie, y estaban lejos de su patria, nadie los ayudó. Después los danitas
volvieron a edificar la ciudad y se quedaron a vivir allí, 29 aunque le
cambiaron el nombre. En vez de Lais, le pusieron por nombre Dan, en honor de su
antepasado, que fue hijo de Jacob. 30 Colocaron la imagen de madera y plata
para adorarla, y nombraron sacerdote a Jonatán, que era descendiente de Guersón
y de Moisés. Después los descendientes de Jonatán fueron sacerdotes de los
danitas hasta los días del exilio.[a] 31 La imagen de Micaías estuvo allí todo
el tiempo que el santuario de Dios permaneció en Siló.
Footnotes:
Jueces 18:30 En este caso, el exilio se
refiere probablemente al tiempo en que los israelitas fueron llevados prisioneros
a Asiria, luego de ser derrotados por Tiglat-piléser III, rey de ese país.
Traducción
en lenguaje actual (TLA)
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Juan 3:1-21 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
Jesús
y Nicodemo
3
1-2 Una noche, un fariseo llamado Nicodemo, que era líder de los judíos, fue a
visitar a Jesús y le dijo:
—Maestro,
sabemos que Dios te ha enviado a enseñarnos, pues nadie podría hacer los
milagros que tú haces si Dios no estuviera con él.
3
Jesús le dijo:
—Te
aseguro que si una persona no nace de nuevo[a] no podrá ver el reino de Dios.
4
Nicodemo le preguntó:
—¿Cómo
puede volver a nacer alguien que ya es viejo? ¿Acaso puede entrar otra vez en
el vientre de su madre?
5
Jesús le respondió:
—Te
aseguro que si uno no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino
de Dios. 6 Todos nacen de padres humanos; pero los hijos de Dios sólo nacen del
Espíritu. 7 No te sorprendas si te digo que hay que nacer de nuevo. 8 El viento
sopla por donde quiere, y aunque oyes su sonido, no sabes de dónde viene ni a
dónde va. Así también sucede con todos los que nacen del Espíritu.
9
Nicodemo volvió a preguntarle:
—¿Cómo
puede suceder esto?
10
Jesús le contestó:
—Tú
eres un maestro famoso en Israel, y ¿no lo sabes? 11 Te aseguro que nosotros
sabemos lo que decimos, porque lo hemos visto; pero ustedes no creen lo que les
decimos. 12 Si no me creen cuando les hablo de las cosas de este mundo, ¿cómo
me creerán si les hablo de las cosas del cielo? 13 Nadie ha subido al cielo,
sino solamente el que bajó de allí, es decir, yo, el Hijo del hombre.
14
»Moisés levantó la serpiente de bronce en el desierto, y del mismo modo yo, el
Hijo del hombre, tengo que ser levantado en alto, 15 para que todo el que crea
en mí tenga vida eterna.
16
»Dios amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a mí, que soy su único
Hijo, para que todo el que crea en mí no muera, sino que tenga vida eterna. 17
Porque Dios no me envió a este mundo para condenar a la gente, sino para
salvarla.
18
»El que cree en mí, que soy el Hijo de Dios, no será condenado por Dios. Pero
el que no cree ya ha sido condenado, precisamente por no haber creído en el
Hijo único de Dios. 19 Y así es como Dios juzga: yo he venido al mundo, y soy
la luz que brilla en la oscuridad, pero como la gente hacía lo malo prefirió
más la oscuridad que la luz. 20 Todos los que hacen lo malo odian la luz, y no
se acercan a ella, para que no se descubra lo que están haciendo. 21 Pero los
que prefieren la verdad sí se acercan a la luz, pues quieren que los demás
sepan que obedecen todos los mandamientos de Dios.
Footnotes:
Juan 3:3 Nace de nuevo: La persona que
desea salvarse debe obedecer a Dios y cambiar su manera de vivir; es como si
esa persona volviera a nacer para vivir una vida diferente. Ese cambio de vida
es posible gracias al poder del Espíritu Santo.
Traducción
en lenguaje actual (TLA)
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Salmos 104:1-23 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
Himno
al Creador
SALMO
104 (103)
104
1-3 ¡Alabemos a nuestro Dios,
con
todas nuestras fuerzas!
Dios
mío,
tú
eres un Dios grandioso,
cubierto
de esplendor y majestad,
y
envuelto en un manto de luz.
Extendiste
los cielos como una cortina
y
sobre las aguas del cielo
pusiste
tu habitación.
Las
nubes son tus carros de combate;
¡viajas
sobre las alas del viento!
4
Los
vientos son tus mensajeros;
los
relámpagos están a tu servicio.
5
Afirmaste
la tierra sobre sus bases,
y
de allí jamás se moverá.
6
Cubriste
la tierra
con
el agua del mar;
¡cubriste
por completo
la
cumbre de los cerros!
7
Pero
lo reprendiste,
y
el mar se retiró;
al
oír tu voz de trueno,
el
mar se dio a la fuga.
8
Las
aguas subieron a los cerros,
y
bajaron a los valles,
hasta
llegar al lugar
que
les habías señalado.
9
Tú
les pusiste límites
que
jamás deben rebasar,
para
que nunca más vuelvan
a
inundar la tierra.
10
Dios
mío,
tú
dejas que los arroyos
corran
entre los cerros,
y
que llenen los ríos;
11
en
sus aguas apagan su sed
las
bestias del campo
y
los burros salvajes;
12
en
las ramas cercanas
las
aves del cielo ponen su nido
y
dejan oír su canto.
13
Dios
mío,
tú,
con tu lluvia,
riegas
desde el cielo las montañas;
tu
bondad satisface a la tierra.
14
Tú
haces crecer la hierba
para
que coma el ganado;
también
haces crecer las plantas
para
el bien de toda la gente:
15
el
pan, que da fuerzas,
el
vino, que da alegría,
y
el perfume, que da belleza.
16
Los
cedros del Líbano,
árboles
que tú mismo plantaste,
tienen
agua en abundancia.
17
En
ellos anidan las aves;
en
sus ramas habitan las cigüeñas.
18
En
las montañas más altas
viven
las cabras monteses,
y
entre las rocas
se
refugian los conejos.
19
Tú
hiciste la luna
para
medir los meses,
y
le enseñaste al sol
a
qué hora debe ocultarse.
20
En
cuanto el sol se pone,
llega
la oscuridad.
Es
la hora en que rondan
todos
los animales del bosque.
21
A
esa hora rugen los leones,
y
te reclaman su comida.
22
Pero
en cuanto sale el sol
corren
de nuevo a sus cuevas,
y
allí se quedan dormidos.
23
Entonces
nos levantamos
para
hacer nuestro trabajo,
hasta
que llega la noche.
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Proverbios 14:20-21 Traducción en
lenguaje actual (TLA)
20
Si
eres pobre,
ni
tus amigos te buscan;
si
eres rico,
todo
el mundo es tu amigo.
21
No
debes despreciar al amigo;
¡si
eres bueno con los pobres,
Dios
te bendecirá!
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