Friday, May 22, 2020

DAB Español, Sábado 23 de Mayo

Día 144, DAB Español, Sábado 23 de Mayo

2 Samuel 2:12-3:39; Juan 13:1-30; Salmos 119:1-16; Proverbios 15:29-30 (Nueva Biblia Viva (NBV))






2 Samuel 2:12-3:39 Nueva Biblia Viva (NBV)

12 Un día, Abner y los ayudantes de Isboset salieron de Majanayin y fueron a Gabaón. 13 Joab hijo de Sarvia salió con los soldados de David a hacerle frente. Llegaron junto al estanque de Gabaón y se colocaron frente a frente, a ambos lados del estanque.

14 Abner le dijo a Joab:

―Escojamos a nuestros mejores guerreros para que se enfrenten delante de nosotros.

―Está muy bien —respondió Joab.

15 Así que doce jóvenes soldados benjaminitas de Isboset y doce de los soldados de David salieron a pelear cuerpo a cuerpo. 16 Cada uno tomó a su oponente por los cabellos y le clavó la espada en el costado, de modo que los veinticuatro murieron. El lugar se conoce desde entonces como «Campo de la Espada».

17 Luego, se enfrentaron todos en una dura batalla. Ese día, los soldados de David, comandados por Joab, derrotaron a Abner y a los israelitas. 18 Los hermanos de Joab, Abisay y Asael, estaban también en la batalla. Asael, que podía correr tan rápido como una gacela, 19 se lanzó en persecución de Abner, y no lo dejó escapar. 20 Cuando Abner miró hacia atrás y lo vio venir, le dijo:

―¿Eres tú, Asael?

―Sí —respondió—, soy yo.

21 ―¡Deja de perseguirme! —le dijo Abner—. Es mejor que busques a otro a quien le puedas arrebatar sus armas.

Pero Asael continuó persiguiéndolo.

22 ―¡Retírate! —le volvió a gritar Abner—. Si no dejas de perseguirme tendré que matarte, ¿y con qué le voy a salir después a tu hermano Joab?

23 Pero como Asael no le hizo caso, Abner lo atravesó con la punta de su lanza, a la altura de la quinta costilla, y le salió por la espalda.

Asael cayó en tierra y murió. Todos los que pasaban por allí se detenían a mirarlo. 24 Entonces Joab y Abisay se lanzaron en persecución de Abner. El sol se estaba poniendo cuando llegaron a la colina de Amá, cerca de Guiaj, junto al camino que va al desierto de Gabaón. 25 Los hombres de Abner se reagruparon en la cumbre de la colina, 26 y Abner le gritó a Joab:

―¿Hasta cuándo seguiremos matándonos, siendo hermanos? ¿No te das cuenta de lo amarga que resultará la victoria para cualquiera de los dos? ¿Qué esperas para ordenar a tus tropas que dejen de perseguir a sus hermanos?

27 ―Juro por Dios que si no hubieras dicho esto, mis hombres los habrían perseguido a ustedes hasta el amanecer —le respondió Joab.

28 Acto seguido, Joab hizo sonar las trompetas, y sus hombres dejaron de perseguir a los de Israel. 29 Aquella noche, Abner y sus hombres se retiraron por el valle del Jordán, cruzaron el río, atravesaron la región de Bitrón y llegaron a Majanayin.

30 Joab regresó y reunió todo su ejército. Al contar su tropa, se dio cuenta de que, además de Asael, había perdido a diecinueve soldados más. 31 Pero Abner había perdido trescientos sesenta soldados, todos de la tribu de Benjamín. 32 Joab y los suyos llevaron el cuerpo de Asael a Belén y lo sepultaron junto a su padre. Luego viajaron toda la noche y llegaron a Hebrón al despuntar el día.

3 Esto fue el comienzo de una larga guerra entre los seguidores de Saúl y los de David. Cada día David se iba afirmando en el poder, mientras que el reino de Saúl se debilitaba cada vez más.
Hijos de David nacidos en Hebrón

2 En Hebrón, David tuvo varios hijos. El mayor fue Amnón, hijo de su esposa Ajinoán de Jezrel. 3 Su segundo hijo fue Quileab, hijo de Abigaíl, la viuda de Nabal de Carmel. El tercero fue Absalón, hijo de Macá, la hija del rey Talmay de Guesur. 4 El cuarto fue Adonías, hijo de Jaguit. Luego estaba Sefatías, hijo de Abital, 5 e Itreán, hijo de Eglá.

Todos estos le nacieron a David en Hebrón.
Abner hace un pacto con David

6 A medida que se prolongaba la guerra, Abner se hacía políticamente más poderoso entre los seguidores de Saúl. 7 Aprovechando la posición en que se encontraba, se acostó con una de las concubinas de Saúl, una mujer llamada Rizpa, hija de Ayá. Cuando Isboset le llamó la atención por esto, 8 Abner se enfureció y le gritó:

―¿Soy yo un perro de Judá para ser tratado de esta manera? Después de todo lo que he hecho por ti y por tu padre, no entregándolos a David, ¿ahora me reprochas por una simple cuestión de faldas? 9-10 ¡Que Dios me mande el peor de los castigos si, de aquí en adelante, no hago todo lo posible por quitarte todo el reino, desde Dan hasta Berseba, para dárselo a David! ¡Así se cumplirá lo que el Señor le juró a David!

11 Isboset no se atrevió a responder, porque le tenía miedo a Abner.

12 Entonces Abner envió unos mensajeros a David con el siguiente recado: «Le propongo que haga un pacto conmigo, y yo me comprometo a hacer todo lo posible para que todos los israelitas lo acepten como rey, pues, en realidad, toda la tierra de Israel le pertenece a usted».

13 «De acuerdo —respondió David—, pero no negociaré contigo a menos que me traigas a mi esposa Mical, la hija de Saúl».

14 David envió también este mensaje a Isboset: «Devuélveme a mi esposa Mical, porque yo la compré con la vida de cien filisteos».

15 Así que Isboset mandó que se la quitaran a Paltiel hijo de Lais, que en ese momento era su marido. 16 Este se fue detrás de ella, llorando por todo el camino, hasta que llegaron a Bajurín. Allí Abner le dijo: «¡Deja ya de llorar y regresa a tu casa!». Y él obedeció.

17 Mientras tanto, Abner consultó con los dirigentes de Israel y les recordó que por largo tiempo ellos habían querido que David fuera su rey.

18 «Ahora es la ocasión —les dijo—. Porque el Señor le dijo a David: “Es por medio de ti, que eres mi siervo, que yo salvaré a mi pueblo de los filisteos y de sus demás enemigos”».

19 Abner habló también con los jefes de la tribu de Benjamín. Fue después a Hebrón e informó a David del éxito de las conversaciones con el pueblo de Israel y de Benjamín. 20 Veinte hombres lo acompañaron, y David los agasajó con una fiesta.

21 Cuando Abner emprendió el regreso, prometió a David: «Cuando yo regrese, convocaré a todo el pueblo de Israel, para que lo elijan como su rey, tal como usted lo ha deseado por tanto tiempo». Después de despedirse de David, Abner regresó a su casa en paz.
Joab asesina a Abner

22 No hacía mucho que Abner había salido, cuando Joab y algunos de los soldados de David regresaron de una incursión trayendo consigo un gran botín. 23 Cuando le informaron a Joab que Abner hijo de Ner había estado hablando con el rey, y que este lo había despedido en paz, 24-25 se presentó rápidamente ante el rey y le dijo: «¿Qué ha hecho? ¿Por qué ha permitido que Abner regrese en paz a su casa? Usted bien sabe que todo lo que él le ha dicho es mentira. Todo lo que quiere es enterarse de sus planes y movimientos».

26 Luego Joab envió mensajeros para que dieran alcance a Abner y le pidieran que regresara. Lo encontraron junto al pozo de Sira, y él regresó con ellos. Pero David nada sabía de esto. 27 Cuando Abner regresó a Hebrón, Joab lo llevó a la entrada de la ciudad, como si quisiera conversar con él secretamente. Una vez allí, Joab sacó su cuchillo y se lo clavó en el vientre. De esta manera Joab vengó la muerte de su hermano Asael.

28 Cuando David oyó lo ocurrido, declaró: «Juro delante del Señor que yo y mi pueblo somos inocentes del crimen cometido contra Abner. 29 Joab y su familia son los culpables. ¡Que no falte nunca entre ellos quien padezca de flujo, o de lepra, o de cojera, o que muera violentamente o padezca hambre!».

30 Joab, pues, y su hermano Abisay mataron a Abner para vengar la muerte de su hermano Asael, a quien Abner mató en la batalla de Gabaón.

31 Luego, el rey David ordenó a Joab y a todos los que estaban con él que se rasgaran las vestiduras, se vistieran con ropa áspera y lloraran por la muerte de Abner. Y el rey David fue detrás del féretro al cementerio. 32 Sepultaron a Abner en Hebrón, y el rey y todo el pueblo lloraron junto a la tumba. Y David entonó el siguiente lamento:

33-34 «¿Debía morir Abner como un villano?

Tus manos no estaban atadas, ni tus pies estaban encadenados.

¡Moriste como quien es asesinado por los malvados!».

Y todo el pueblo lloró nuevamente por él.

35-36 David se había negado a comer en el día del funeral, y todos le rogaban que se sirviera algo de comida. Pero David había jurado que no comería nada hasta la puesta del sol. Esto agradó a su pueblo; en verdad, todo lo que el rey hacia agradaba al pueblo. 37 Así todos, tanto los de Judá como los de Israel, quedaron plenamente convencidos de que David nada tenía que ver con la muerte de Abner.

38 Y David dijo a su pueblo: «¿Se dan cuenta de que hoy ha caído un hombre muy importante de Israel? 39 A pesar de que he sido nombrado como rey, nada pude hacer para evitar que los hijos de Sarvia asesinaran a Abner. ¡Que el Señor le dé su castigo a quien cometió tal maldad!».

Nueva Biblia Viva (NBV)
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Juan 13:1-30 Nueva Biblia Viva (NBV)

Jesús les lava los pies a sus discípulos

13 La fiesta de la Pascua se acercaba. Jesús sabía que había llegado la hora de dejar este mundo para reunirse con el Padre. Él había amado a los suyos que estaban en el mundo, y los amó hasta el fin. 2 Antes de llegar la hora de la cena, el diablo ya había hecho que Judas Iscariote se decidiera a traicionar a Jesús. 3 Jesús sabía que el Padre le había dado autoridad sobre todas las cosas, y que él había venido de Dios y a Dios iba a regresar, 4 así que se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura. 5 Luego echó agua en un recipiente y se puso a lavarles los pies a sus discípulos y a secárselos con la toalla. 6 Cuando llegó a Simón Pedro, este le dijo:

―Señor, ¿vas tú a lavarme los pies a mí?

7 Jesús le respondió:

―Ahora no entiendes por qué lo hago, pero más tarde lo entenderás.

8 Pedro dijo:

―¡No! ¡Jamás dejaré que me laves los pies!

Jesús le respondió:

―Si no te los lavo, no serás uno de los míos.

9 Simón Pedro le dijo:

―¡Señor, entonces no sólo los pies sino también las manos y la cabeza!

10 Jesús le contestó:

―El que está recién bañado no necesita lavarse más que los pies, pues está completamente limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos.

11 Jesús sabía quién lo iba a traicionar, y por eso dijo que no todos estaban limpios.

12 Después de lavarles los pies, se puso el manto y otra vez se sentó. Entonces les preguntó:

―¿Entienden ustedes lo que les he hecho? 13 Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen la verdad porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. 15 Yo les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes. 16 Les aseguro que ningún sirviente es más que su amo, y ningún mensajero es más que el que lo envió. 17 Si entienden esto y lo hacen serán dichosos.
Jesús predice la traición de Judas

18 »No estoy hablando de todos ustedes; yo sé a quiénes he escogido. Pero esto es para que se cumpla la Escritura que dice: “El que come conmigo se ha puesto en contra mía”.

19 »Les digo esto ahora, antes que suceda, para que cuando ocurra, ustedes crean que yo soy. 20 Les aseguro que el que recibe al que yo envío me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió».

21 Después de decir esto, Jesús se llenó de angustia y dijo:

―Les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar.

22 Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién estaba hablando. 23 Uno de ellos, al que Jesús quería mucho, estaba junto a él. 24 Simón Pedro le hizo señas a ese discípulo para que le preguntara de quién hablaba. 25 Él se acercó más a Jesús y le preguntó:

―Señor, ¿quién es?

26 Jesús le contestó:

―Al que yo le dé este pedazo de pan que voy a mojar en el plato.

Luego, mojó el pedazo de pan y se lo dio a Judas Iscariote, el hijo de Simón. 27 En el momento en que Judas tomó el pan, Satanás entró en él.

Jesús le dijo:

―Lo que vas a hacer, apúrate a hacerlo.

28 Ninguno de los que estaban sentados a la mesa entendió por qué Jesús le dijo eso. 29 Como Judas era el encargado de la bolsa del dinero, algunos pensaron que Jesús le estaba pidiendo que comprara lo necesario para la fiesta, o que diera algo a los pobres.

30 Cuando Judas tomó el pan, salió de allí sin pérdida de tiempo. Ya era de noche.

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Salmos 119:1-16 Nueva Biblia Viva (NBV)

119 Dichosos los que van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del Señor. 2 Dichosos los que obedecen sus normas, y lo buscan con todo su corazón. 3 No hacen compromisos con el mal y sólo andan en los caminos de él.

4 Nos has ordenado cumplir cuidadosamente tus mandamientos. 5 ¡Que se puedan ver tus leyes en lo que yo hago! 6 Entonces no seré avergonzado, cuando compare mi vida con tus mandamientos.

7 Cuando aprenda tus leyes justas, te mostraré mi gratitud viviendo como debo. 8 Obedeceré tus normas, no me abandones.

9 ¿Cómo puede mantenerse íntegro el joven?, viviendo conforme a tu palabra. 10 Me he esforzado cuanto he podido por hallarte: no permitas que me desvíe de tus mandamientos. 11 He atesorado tu palabra en mi corazón, para no pecar contra ti.

12 Bendito Señor, enséñame tus normas. 13 He repetido en voz alta todas tus leyes, 14 y en ellas me he regocijado más que en las riquezas. 15 En ellas meditaré y las acataré plenamente. 16 Me deleitaré en tus normas y no olvidaré tu palabra.

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Proverbios 15:29-30 Nueva Biblia Viva (NBV)

29 El Señor está lejos de los malos, pero escucha las oraciones de los justos.

30 La mirada que anima trae alegría al corazón, y las buenas noticias dan nuevas fuerzas.

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