2 Samuel 1:1-2:11; Juan 12:20-50; Salmos 118:19-29; Proverbios 15:27-28 (Nueva Biblia Viva (NBV))
2 Samuel 1:1-2:11 Nueva Biblia Viva
(NBV)
Noticia
de la muerte de Saúl
1
Cuando Saúl murió, David regresó a Siclag y se quedó allí dos días, después de
haber derrotado a los amalecitas. 2 Al tercer día llegó un hombre del
campamento de Saúl con su ropa desgarrada y con polvo en su cabeza, en señal de
dolor. Cuando estuvo delante de David, se inclinó hasta tocar el suelo con la
frente, como muestra de respeto.
3
―¿De dónde vienes? —le preguntó David.
―Logré
escaparme del campamento de Israel —le contestó el soldado.
4
―¿Qué ha sucedido? —le preguntó David—. Dime cómo fue la batalla.
Y
el hombre respondió:
―El
pueblo huyó. Muchos murieron en la batalla. ¡El rey Saúl y su hijo Jonatán
también murieron!
5
―¿Y cómo sabes que han muerto?
6
―Porque yo estaba en el monte Guilboa, y vi que Saúl se apoyaba en su lanza, y
los enemigos lo tenían rodeado. 7 Cuando él me vio me pidió que me acercara. 8
“¿Quién eres?” me preguntó. “Soy un amalecita”, le respondí. 9 Entonces me dijo
en tono suplicante: “Ven y pon fin a mi angustia, pues estoy sufriendo
terriblemente y no acabo de morir”. 10 Así que me acerqué y lo maté, pues vi
que no le quedaba ninguna esperanza de vida.[a] Tomé luego su corona y uno de
sus brazaletes para traérselos a usted, señor mío.
11
David y sus hombres rasgaron su ropa en señal de dolor cuando oyeron aquellas
noticias. 12 Hicieron duelo, lloraron y ayunaron todo aquel día por Saúl, por
su hijo Jonatán y por el pueblo del Señor que habían muerto ese día.
13
―¿De dónde eres? —le preguntó David al joven que le había traído las noticias.
―Soy
hijo de un inmigrante amalecita —respondió.
14
―¿Por qué te atreviste a matar al ungido de Dios? —le preguntó David.
15
Entonces llamó a uno de sus soldados y le ordenó:
―¡Mátalo!
Y
el soldado mató al amalecita, atravesándolo con su espada.
16
―Tú mismo te declaraste culpable al confesar que diste muerte al ungido del
Señor.
Lamento
de David por Saúl y Jonatán
17-18
David compuso un canto fúnebre por Saúl y Jonatán. Después ordenó que ese canto
fuera enseñado a la gente de Judá. Este canto está escrito en el libro de
Jaser.
19
«Israel, los que eran tu gloria y tu gozo yacen muertos sobre los montes.
¡Cómo
han caído los valientes!
20
»¡Que no lo sepan los filisteos, para que no se gocen!
¡Que
no lo sepan las ciudades de Gat y Ascalón, para que no se burlen esa gente
idólatra!
21
»¡Montes de Guilboa, que nunca más haya rocío ni lluvia sobre ustedes, ni
crezca el trigo en sus laderas.
Porque
allí quedaron aplastados los escudos de los héroes.
Porque
allí el escudo de Saúl perdió todo su esplendor.
22
»Saúl y Jonatán daban muerte a sus más poderosos enemigos, y no regresaban con
las manos vacías del campo de batalla.
23
»¡Cuánto fueron amados! ¡Cuán maravillosos eran Saúl y Jonatán!
¡Inseparables
fueron en la vida y en la muerte!
Eran
más rápidos que las águilas, más fuertes que los leones.
24
»Pero ahora, mujeres de Israel, lloren a Saúl.
Él
las enriqueció con finos vestidos y adornos de oro.
25
»¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla!
¡Jonatán
yace muerto sobre los montes!
26
¡Lloro por ti, hermano Jonatán!
¡Te
quise más que a un hermano!
Y
tu amistad fue para mí más grata que el amor de las mujeres.
27
»¡Cómo han caído los valientes!
¡Cómo
han muerto los hombres de guerra!».
David
es ungido rey de Judá
2
Después de esto, David le preguntó al Señor:
―¿Regresaré
a alguna de las ciudades de Judá?
―Sí
—le respondió el Señor.
―¿A
qué ciudad debo ir? —volvió a preguntar David.
―A
Hebrón —le respondió el Señor.
2
Entonces David se fue a Hebrón con sus esposas Ajinoán la jezrelita y Abigaíl,
la viuda de Nabal de Carmel. 3 También se llevó a los hombres que lo
acompañaban, junto con sus familias, y se establecieron en Hebrón y en las
aldeas vecinas. 4 Hasta allá fueron los dirigentes de Judá y lo coronaron rey
de Judá.
Cuando
David supo que los hombres de Jabés de Galaad habían enterrado a Saúl, 5 les
envió este mensaje: «Que el Señor los bendiga por haber sido leales al rey y
por haberle dado honrosa sepultura. 6 Que el Señor los recompense fielmente y
les reconfirme su amor. Yo también tendré en cuenta el bien que ustedes han hecho.
7 Les pido que se animen y sean valientes, pues aunque su señor Saúl ha muerto,
la tribu de Judá me ha ungido como su rey».
Guerra
entre las tribus
8
Pero Abner hijo de Ner, jefe del ejército de Saúl, se llevó a Isboset hijo de
Saúl a Majanayin. 9 Allí lo hizo rey de Galaad, de Guesurí, de Jezrel, de
Efraín, de Benjamín y de todo el resto de Israel. 10-11 Isboset tenía cuarenta
años de edad. Reinó en Majanayin durante dos años. Únicamente la tribu de Judá
reconocía a David como rey. David reinó en Hebrón durante siete años y medio.
Footnotes:
1.10 Evidentemente estaba mintiendo. Véase
1 Samuel 31.3,4 donde aparece el verdadero relato.
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Juan 12:20-50 Nueva Biblia Viva (NBV)
Jesús
predice su muerte
20
Entre la gente que había ido a adorar en la fiesta había algunos griegos. 21
Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le dijeron:
―Señor,
queremos ver a Jesús.
22
Felipe fue a contárselo a Andrés, y juntos fueron a decírselo a Jesús.
23
Jesús les respondió:
―Ha
llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado. 24 Es verdad que si
un grano de trigo cae en tierra y no muere, se queda solo. Pero si muere,
produce mucho fruto. 25 El que ama su vida la pierde; en cambio, quien
desprecia su vida en este mundo, la conserva para la vida eterna. 26 El que
quiera servirme, debe seguirme; y donde yo esté, allí también estará el que me
sirve. Al que me sirva, mi Padre lo honrará.
27
»En este momento estoy lleno de angustia, ¿y por eso voy a decir: “Padre,
sálvame de este sufrimiento”? ¡Si para eso he venido! 28 ¡Padre, glorifica tu
nombre!».
Entonces
se oyó una voz del cielo que decía: «Ya lo glorifiqué y lo volveré a
glorificar». 29 La gente que estaba allí, y que oyó la voz, decía que había
sido un trueno. Otros decían que un ángel le había hablado.
30
Jesús dijo:
―Esa
voz no se oyó por mí sino por causa de ustedes. 31 A este mundo ya le ha
llegado su juicio, y el príncipe de este mundo va a ser expulsado. 32 Pero
cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo.
33
Con esto, Jesús les estaba diciendo de qué manera iba a morir.
34
La gente le respondió:
―Hemos
aprendido de la ley que el Cristo vivirá para siempre; ¿por qué dices que el
Hijo del hombre tiene que ser levantado? ¿Quién es ese Hijo del hombre?
35
Jesús les dijo:
―Ustedes
van a tener la luz un poco más de tiempo. Caminen mientras tienen la luz, antes
que los sorprenda la oscuridad; porque el que camina en la oscuridad no sabe a
dónde va. 36 Mientras tienen la luz, crean en ella, para que sean hijos de la
luz.
Después
de decir esto, Jesús se fue y se escondió de ellos.
Los
judíos siguen en su incredulidad
37
Jesús había hecho muchas señales milagrosas en presencia de ellos, y a pesar de
eso, todavía no creían en él. 38 Así se cumplió lo que el profeta Isaías había
dicho:
«Señor;
¿quién ha creído en nuestro mensaje? ¿A quién se le ha mostrado el poder del
Señor?».
39
Por eso no podían creer, pues Isaías también había dicho:
40
«Les ha cegado los ojos y les endureció el corazón,
para
que no puedan ver con los ojos,
ni
entiendan con el corazón ni se conviertan; y yo los sane».
41
Isaías dijo esto porque vio la gloria de Jesús y habló de él. 42 Sin embargo,
muchos de los judíos, y hasta algunos de sus jefes, creyeron en él, pero no lo
decían porque tenían miedo que los fariseos los expulsaran de la sinagoga. 43
Preferían recibir honores de los hombres y no los honores que proceden de Dios.
44
Jesús exclamó con voz fuerte: «El que cree en mí, también cree en el que me
envió. 45 Y el que me ve a mí, también ve al que me envió. 46 Yo soy la luz que
ha venido al mundo, para que todo el que crea en mí no viva en la oscuridad.
47
»El que escucha mis palabras y no las obedece, no soy yo el que lo va a juzgar;
pues yo no vine a juzgar al mundo sino a salvarlo. 48 El que me rechaza y no
obedece mis palabras tiene quien lo juzgue. La palabra que yo he hablado será
la que lo juzgue en el día final. 49 Yo no he hablado por mi propia cuenta, ha
sido el Padre que me envió el que me ordenó qué decir y cómo decirlo, 50 y sé
bien que su mandamiento es vida eterna. Así que todo lo que les he dicho es lo
que el Padre me ha ordenado decir».
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Salmos 118:19-29 Nueva Biblia Viva
(NBV)
19
Ábranme las puertas de la justicia para que entre yo a dar gracias al Señor. 20
Esas puertas llevan a la presencia del Señor, y por ellas entran los justos. 21
Oh Señor, gracias por contestar mi oración y salvarme.
22
La piedra que los constructores rechazaron se ha convertido en piedra angular.
23 ¡Esto es obra del Señor, y nos deja maravillados! 24 Este es el día que ha
hecho el Señor; regocijémonos y alegrémonos. 25 Señor, sálvanos. Señor,
concédenos la victoria. 26 Bendito el que viene en el nombre del Señor. Te
bendecimos desde la casa del Señor.
27
El Señor es Dios y nos ilumina. Traigan al frente el sacrificio y déjenlo en el
altar. 28 Tú eres mi Dios, y te alabaré. Tú eres mi Dios, y te exaltaré. 29
¡Den gracias al Señor, porque él es bueno! Su gran amor permanece para siempre.
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Proverbios 15:27-28 Nueva Biblia Viva
(NBV)
27
El ambicioso trae dolor a toda su familia, pero el que aborrece el soborno
vivirá.
28
El justo piensa antes de hablar, pero de la boca del malvado brota maldad.
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