Wednesday, May 20, 2020

DAB Español, Jueves 21 de Mayo

Día 142, DAB Español, Jueves 21 de Mayo

1 Samuel 29:1-31:13; Juan 11:55-12:19; Salmos 118:1-18; Proverbios 15:24-26 (Nueva Biblia Viva (NBV))







1 Samuel 29-31 Nueva Biblia Viva (NBV)

Los filisteos desconfían de David

29 Los filisteos se reunieron en Afec, y los israelitas acamparon junto a la fuente de Jezrel. 2 Mientras los capitanes filisteos conducían a sus soldados por batallones y compañías, David y sus hombres marchaban a la retaguardia con Aquis.

3 Pero los comandantes filisteos preguntaron:

―¿Qué hacen aquí estos israelitas?

Aquis les respondió:

―Este es David, siervo de Saúl, que huye de él. Ha estado conmigo durante varios años, y jamás he encontrado en él una falta desde que llegó.

4 Pero los comandantes se airaron.

―Hazlo que vuelva —le exigieron—. Ellos no irán a la batalla con nosotros. Podrían volverse en contra nuestra. ¿Habrá algún modo mejor de reconciliarse con su amo que volverse contra nosotros durante la batalla? 5 Este es el mismo hombre del cual las mujeres de Israel cantan en sus danzas:

«Saúl mató a sus miles, y David a sus diez miles».

6 Por fin Aquis decidió llamar a David:

―Te juro por el Señor —le dijo—, que eres un hombre excelente, y desde el día que llegaste no he encontrado nada que me haga desconfiar de ti; para mí sería un placer que me acompañaras a las batallas, pero mis comandantes dicen que no. 7 Regresa y vete en paz para no desagradarlos.

8 ―¿Qué he hecho yo para merecer este trato? —preguntó David—. ¿Por qué no puedo pelear contra tus enemigos?

9 Pero Aquis insistió:

―En lo que a mí respecta tú eres tan leal como un ángel del Señor. Pero mis comandantes tienen miedo de que estés con ellos en la batalla. 10 Por eso, levántate temprano en la mañana y déjanos en cuanto haya amanecido.

11 Entonces David regresó a la tierra de los filisteos, mientras el ejército filisteo seguía hacia Jezrel.
David derrota a los amalecitas

30 Tres días más tarde, cuando David y sus hombres regresaron a Siclag, encontraron que los amalecitas habían invadido el sur, atacado la ciudad y la habían quemado completamente. 2 Para colmo, se habían llevado a todas las mujeres y niños. 3 Cuando David y sus hombres vieron las ruinas y comprendieron lo que le había sucedido a sus familias, 4 lloraron hasta más no poder. 5 Las dos esposas de David, Ajinoán y Abigaíl, se hallaban entre los cautivos. 6 David estaba seriamente preocupado, porque sus soldados, en su profundo dolor por sus hijos, comenzaron a hablar de matarlo. Pero David halló fortaleza en el Señor su Dios.

7 ―Tráeme el efod —le dijo a Abiatar el sacerdote.

Y Abiatar lo trajo.

8 David preguntó al Señor:

―¿Saldré a perseguirlos? ¿Podré alcanzarlos?

Y el Señor le dijo:

―Sí, ve tras ellos. Recuperarás a todos los cautivos.

9 David y sus seiscientos hombres salieron en persecución de los amalecitas. 10 Cuando llegaron al arroyo de Besor, doscientos hombres estaban demasiado cansados para cruzar, pero los otros cuatrocientos siguieron la marcha. 11-12 En el camino encontraron a un joven egipcio y lo llevaron a la presencia de David. No había comido ni bebido durante tres días, así que le dieron una porción de higos secos, dos racimos de pasas y agua, y pronto recobró sus fuerzas.

13 ―¿Quién eres y de dónde vienes? —le preguntó David.

―Yo soy egipcio, siervo de un amalecita —respondió—. Mi amo me dejó atrás hace tres días porque estaba enfermo. 14 Íbamos de regreso después de haber atacado el sur de los quereteos, de Judá y de Caleb y habíamos quemado a Siclag.

15 ―¿Puedes decirme adónde fueron? —preguntó David.

Y el joven respondió:

―Si me promete por el nombre de Dios que no me matará ni me devolverá a mi amo, yo lo guiaré hacia donde ellos están.

16 Los condujo, en efecto, al campamento de los amalecitas. Ellos se habían esparcido en los campos, donde comían y bebían y danzaban con gran gozo para celebrar la gran cantidad de botín que habían tomado de los filisteos y de los hombres de Judá. 17 David y sus hombres los atacaron y estuvieron peleando con ellos toda aquella noche y todo el día siguiente hasta la tarde. Ninguno escapó, salvo cuatrocientos jóvenes que huyeron en camellos. 18-19 David recuperó todo lo que ellos le habían tomado. Los hombres recobraron sus familias y todas sus pertenencias, y David rescató también a sus dos esposas. 20 Los soldados reunieron todos los rebaños de ovejas y el ganado vacuno y lo condujeron delante de ellos.

―Todo esto te pertenece; es tu recompensa —le dijeron a David.

21 Cuando llegaron al arroyo de Besor y encontraron a los doscientos hombres que habían estado muy cansados para seguir adelante, David los saludó con alegría. 22 Pero algunos de los rufianes que estaban entre los hombres de David declararon:

―Ellos no fueron con nosotros, y no tienen parte en el botín. Devuélveles sus esposas y sus hijos y diles que se vayan.

23 Pero David dijo:

―No, hermanos míos. El Señor nos ha guardado y nos ha ayudado a derrotar al enemigo. 24 ¿Quién les hará caso en lo que proponen? Tenemos que compartir por igual, los que van a la batalla y los que guardan el equipo.

25 Desde entonces David hizo de esto una ley para Israel, y aún se respeta.

26 Cuando llegaron a Siclag, envió parte del botín a los ancianos de Judá y a sus amigos. «Este es un presente para ustedes, tomado de los enemigos del Señor», les escribió. 27-31 Los enviaron a los ancianos de las siguientes poblaciones donde David y sus hombres habían acampado:

Betel, Ramot del sur, Jatir, Aroer, Sifmot, Estemoa, Racal, las ciudades de los jeramelitas, las ciudades quenitas, Jormá, Corasán, Atac y Hebrón.
Muerte de Saúl

31 Mientras tanto, los filisteos habían comenzado la batalla contra Israel, y los israelitas huyeron de ellos dejando muchos muertos sobre el monte Guilboa. 2 Los filisteos cercaron a Saúl y dieron muerte a sus hijos Jonatán, Abinadab y Malquisúa. 3 Luego los arqueros alcanzaron a Saúl y le hirieron gravemente. 4 El rogó a su escudero: «Mátame con tu espada antes que estos paganos filisteos me capturen y me torturen».

Pero como su escudero tenía miedo también, no quiso hacerlo. Entonces Saúl tomó su propia espada y se arrojó contra la punta de su hoja de modo que lo atravesó. 5 Cuando el escudero vio que estaba muerto, él también se arrojó sobre su espada y murió junto a él. 6 Así es que Saúl, su escudero, sus tres hijos y muchos de sus soldados murieron el mismo día. 7 Cuando los israelitas del otro lado del valle y de más allá del Jordán oyeron que sus guerreros habían huido, y que Saúl y sus hijos estaban muertos, abandonaron las ciudades y los filisteos las tomaron.

8 Al día siguiente, cuando los filisteos salieron a despojar a los muertos, encontraron los cadáveres de Saúl y sus tres hijos en el monte Guilboa. 9 Le cortaron la cabeza a Saúl y le quitaron la armadura, y enviaron mensajeros con la noticia de la muerte de Saúl a los templos de sus ídolos y al pueblo.

10 La armadura de Saúl fue puesta en el templo de Astarté, y colgaron el cuerpo en el muro de Betsán.

11 Pero cuando el pueblo de Jabés de Galaad oyó lo que los filisteos habían hecho, 12 algunos guerreros de aquel pueblo caminaron toda la noche hasta Betsán y bajaron los cuerpos de Saúl y sus hijos del muro y los llevaron hasta Jabés, donde los quemaron. 13 Después sepultaron sus huesos debajo de una encina en Jabés y ayunaron durante siete días.

Nueva Biblia Viva (NBV)
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Juan 11:55-12:19 Nueva Biblia Viva (NBV)

55 Como faltaba poco para la Pascua judía, mucha gente iba del campo a Jerusalén para la ceremonia de su purificación, antes de la Pascua. 56 Buscaban a Jesús, y mientras andaban en el templo se preguntaban unos a otros: «¿Qué les parece? ¿Vendrá a la fiesta?».

57 Los jefes de los sacerdotes y los fariseos habían ordenado que si alguien sabía dónde estaba Jesús, debía denunciarlo para que lo arrestaran.
María unge a Jesús en Betania

12 Seis días antes de la Pascua, Jesús llegó a Betania, donde vivía Lázaro, el hombre al que Jesús había resucitado. 2 Allí hicieron una cena en honor de Jesús. Lázaro estaba sentado a la mesa con él, y Marta servía. 3 Entonces, María tomó un frasco como de medio litro de perfume de nardo puro, que era muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.

4 Pero Judas Iscariote, que era uno de los discípulos de Jesús, y el que más tarde lo traicionaría, dijo:

5 ―¿Por qué no se vendió este perfume, que vale muchísimo dinero, para dárselo a los pobres?

6 Dijo esto, no porque le importaran los pobres sino porque era un ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero, robaba de lo que echaban en ella.

7 Jesús respondió:

―Déjenla en paz. Ella estaba guardando este perfume para el día de mi entierro. 8 A los pobres siempre los tendrán con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán.

9 Muchos de los judíos se enteraron de que Jesús estaba allí y fueron a verlo; pero no sólo a él sino también a Lázaro, a quien Jesús había resucitado. 10 Entonces los jefes de los sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, 11 pues por su causa, muchos se apartaban de los judíos y creían en Jesús.
La entrada triunfal

12 Al día siguiente, muchos de los que habían ido a la fiesta se enteraron de que Jesús iba camino a Jerusalén. 13 Entonces tomaron ramas de palma y salieron a recibirlo, gritando:

―¡Hosanna!

―¡Bendito el que viene de parte del Señor!

―¡Bendito el Rey de Israel!

14 Jesús encontró un burrito y se montó en él, como dice la Escritura:

15 «No tengas miedo, oh ciudad de Sion;

aquí viene tu rey, montado sobre un burrito».

16 Al principio, sus discípulos no entendieron lo que estaba pasando. Pero después que Jesús fue glorificado, se acordaron de que todo lo que le habían hecho ya estaba escrito, y se refería a él.

17 La gente que había estado con Jesús cuando llamó a Lázaro del sepulcro y lo resucitó de entre los muertos, contaba todo esto. 18 Por eso mucha gente que se enteró de que Jesús había hecho esa señal milagrosa le salió al encuentro.

19 Pero los fariseos se decían unos a otros: «Dense cuenta, así no vamos a lograr nada. ¡Miren, todo el mundo lo sigue!».

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Salmos 118:1-18 Nueva Biblia Viva (NBV)

118 Den gracias al Señor, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre. 2 Que diga el pueblo de Israel: «Su gran amor perdura para siempre». 3 Que digan los sacerdotes de la familia de Aarón: «Su gran amor perdura para siempre». 4 Que digan los que temen al Señor: «Su gran amor perdura para siempre».

5 En angustia clamé al Señor y él me respondió y me libró. 6 Él está de mi parte, no tendré miedo. ¿Qué podrá hacerme un simple mortal? 7 El Señor está de mi parte; él me ayudará. ¡Yo veré triunfante a los que me odian! 8 Mejor es confiar en el Señor que confiar en los hombres. 9 Mejor es confiar en el Señor que confiar en los poderosos.

10 Aunque naciones enemigas me rodeen, yo las destruiré a todas en el nombre del Señor. 11 Sí, me rodean y me atacan pero yo las destruiré a todas en el nombre del Señor. 12 Se me echan encima como enjambre de abejas; se levantan contra mí como llama rugiente. Pero yo las destruiré a todas en el nombre del Señor. 13 Hiciste cuanto pudiste por matarme, enemigo mío, pero el Señor me ayudó. 14 Él es mi fortaleza y mi canción; mi victoria es él. 15 Cantos de júbilo y victoria se elevan en las casas de los justos. El brazo poderoso del Señor ha hecho cosas maravillosas. 16 El brazo poderoso del Señor se levanta triunfante. El brazo poderoso del Señor ha hecho cosas maravillosas. 17 No moriré sino viviré para narrar todos sus hechos. 18 El Señor me ha castigado, pero no me entregó a la muerte.

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Proverbios 15:24-26 Nueva Biblia Viva (NBV)

24 El camino de los sabios sube hacia la vida, y los libra de bajar al sepulcro.

25 El Señor destruye la casa del orgulloso, pero protege la propiedad de la viuda.

26 El Señor detesta el pensamiento de los malvados, pero le agradan las palabras limpias.

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