1 Samuel 2:22-4:22; Juan 5:24-47; Salmos 106:1-12; Proverbios 14:30-31 (Traducción en lenguaje actual (TLA))
1 Samuel 2:22-4 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
Maldad
de los hijos de Elí
22
Elí ya era muy viejo. Cuando se enteró de todo lo que hacían sus hijos con los
israelitas, los llamó y 23 les dijo:
«¿Por
qué se comportan así? Ya la gente me ha contado todo lo malo que ustedes hacen.
24 Todos en Israel hablan mal de ustedes. 25 Si una persona ofende a otra, Dios
puede decidir quién tiene la razón; pero si alguien ofende a Dios, no hay quien
pueda defenderlo».
Sin
embargo, los hijos de Elí no hicieron caso al regaño de su padre. Además, Dios
ya había decidido quitarles la vida.
26
Mientras tanto, el niño Samuel seguía creciendo, y Dios y la gente lo querían
mucho.
Un
profeta reprende a Elí
27
Dios envió a un profeta para que le diera este mensaje a Elí:
«Yo
me di a conocer a tus antepasados cuando ellos eran esclavos del rey de Egipto.
28 Entre todas las tribus de Israel, elegí a tu familia para que sus
descendientes fueran mis sacerdotes. Les di el privilegio de ofrecer
sacrificios en mi altar, de quemar incienso, de vestir las túnicas sacerdotales
y de comer de las ofrendas del pueblo. 29 ¿Por qué no das importancia a los
sacrificios y a las ofrendas que mandé presentar en mi santuario? Tú les das
más importancia a tus hijos que a mí. Ellos están cada día más gordos, porque
se quedan con lo mejor de las ofrendas que el pueblo me trae.
30
»Yo les había prometido a tu familia y a tus antepasados que siempre serían mis
sacerdotes. Pero ya no será así. Yo aprecio a los que me aprecian, pero
desprecio a los que me desprecian. 31-33 Viene el día en que toda tu familia
perderá importancia; ninguno de tus hijos llegará a viejo. Los pocos que queden
como sacerdotes te harán sufrir mucho y también morirán jóvenes. Y tú serás
testigo del bien que haré a mi pueblo.
34
»Para que sepas que todo esto sucederá tal como lo he dicho, te daré una señal:
Tus dos hijos, Hofní y Finees, morirán el mismo día.
35
»Sin embargo, yo pondré en mi santuario a un sacerdote fiel, que hará todo como
a mí me gusta. Haré que su familia viva mucho tiempo, y que sirva al rey que he
elegido.
36
»Los pocos que sobrevivan de tu familia se arrodillarán delante del sacerdote
fiel, y le suplicarán: “Por favor, denos usted algún trabajo como sacerdotes,
para que podamos comer aunque sea un pedazo de pan”».
Dios
llama a Samuel
3
1-4 En aquellos tiempos, Dios se comunicaba muy pocas veces con la gente y no
le daba a nadie mensajes ni visiones. Por su parte, el niño Samuel servía a
Dios bajo la dirección de Elí, que ya casi estaba ciego.
Una
noche, poco antes de que se apagara la lámpara del santuario, Dios llamó a
Samuel por su nombre. Elí y Samuel estaban ya acostados, cada uno en su
habitación. Samuel dormía en el santuario, que es donde estaba el cofre del
pacto de Dios.
—¡Samuel,
Samuel! —dijo Dios.
5
Samuel fue corriendo al cuarto de Elí y le dijo:
—Aquí
estoy. ¿En qué puedo servirle?
Elí
le respondió:
—Yo
no te llamé. Anda, vuelve a acostarte.
Samuel
fue y se acostó, 6 pero Dios volvió a llamarlo: «¡Samuel, Samuel!» Él se
levantó y fue de nuevo a donde estaba Elí.
—Aquí
estoy —le dijo. ¿En qué puedo servirle?
Elí
le respondió:
—Yo
no te llamé, hijo mío. Anda, vuelve a acostarte.
7
Samuel estaba confundido porque aún no conocía la voz de Dios. Ésta era la
primera vez que Dios le hablaba.
8
Por tercera vez Dios lo llamó: «¡Samuel, Samuel!» Samuel se levantó, fue a
donde estaba Elí y le dijo:
—Aquí
estoy. ¿En qué puedo servirle?
En
ese momento Elí comprendió que era Dios quien llamaba al niño, 9 así que le
dijo:
—Anda
a acostarte. Si oyes otra vez que te llaman, contesta así: “Dime, Dios mío, ¿en
qué puedo servirte?”
Samuel
volvió a acostarse, 10 y poco después, Dios mismo se le acercó y lo llamó como
antes:
—¡Samuel,
Samuel!
Y
él contestó:
—Dime,
Dios mío, ¿en qué puedo servirte?
11
Dios le dijo:
—Voy
a hacer en Israel algo muy terrible. Cuando la gente lo sepa, temblará de
miedo. 12 Cumpliré contra la familia de Elí todo lo que he dicho. 13 Él sabía
que sus hijos me ofendían gravemente, y no hizo nada para corregirlos. Así que
voy a castigar a su familia, y nada ni nadie podrá evitarlo. 14 ¡Juro que
ninguna ofrenda será suficiente para que yo les perdone su maldad!
15
Samuel volvió a acostarse y, cuando amaneció, se levantó y abrió las puertas
del santuario. Pero no se atrevía a contarle a Elí la visión que había tenido.
16 Entonces Elí lo llamó:
—Samuel,
hijo mío.
—Aquí
estoy —contestó Samuel.
17
Y Elí le preguntó:
—¿Qué
te dijo Dios? Cuéntamelo todo. Que Dios te castigue si no me lo dices.
18
Samuel se lo contó todo, sin ocultarle nada, y Elí dijo:
—¡Que
se haga la voluntad de Dios! Él es quien manda.
19-21
Samuel seguía creciendo, y Dios lo cuidaba. También le daba mensajes en el
santuario de Siló, y Samuel se los comunicaba a todo el pueblo. Todo lo que
Dios prometía por medio de Samuel, se cumplía. Por eso en todo Israel, la gente
confiaba plenamente en las palabras de Samuel.
Los
filisteos capturan el cofre del pacto
4
Un día, los israelitas salieron a pelear contra los filisteos, y acamparon en
Eben-ézer. Los filisteos, por su parte, acamparon en Afec 2 y se organizaron
para la batalla. Comenzó el combate y los filisteos derrotaron a los
israelitas, matando como a cuatro mil de ellos.
3
Cuando el resto del ejército israelita regresó al campamento, los jefes del
pueblo se preguntaban: «¿Por qué dejó Dios que los filisteos nos derrotaran?
¡Vamos a Siló a traer el cofre del pacto! ¡Así Dios nos salvará de nuestros
enemigos!»
4
Entonces el pueblo mandó traer de Siló el cofre del pacto, donde el Dios
todopoderoso reina entre los querubines. Los hijos de Elí, Hofní y Finees,
venían acompañándolo.
5
Cuando el cofre del pacto llegó al campamento israelita, todo el pueblo gritó
tan fuerte que hasta la tierra tembló. 6 Al oír los gritos, los filisteos se
preguntaban: «¿Por qué hacen tanto escándalo esos israelitas?»
Cuando
los filisteos se enteraron de que los israelitas habían traído el cofre del
pacto de Dios a su campamento, 7 les dio mucho miedo y algunos decían:
«¡Estamos
perdidos! ¡Dios ha llegado al campamento israelita! ¡Esto nunca nos había
pasado! 8 Nadie podrá salvarnos de ese Dios tan poderoso. Es el Dios que
destruyó en el desierto a los egipcios con toda clase de terribles castigos».
Y
otros gritaban:
9
«Filisteos, ¡no se desanimen! Sean valientes. De lo contrario, los israelitas
dejarán de servirnos y nosotros pasaremos a ser sus esclavos. ¡Peleen como
hombres!»
10
Los filisteos pelearon contra los israelitas y los derrotaron. La matanza fue
muy grande, pues mataron a treinta mil soldados israelitas, y el resto del
ejército huyó a sus casas. 11 Además, los filisteos capturaron el cofre del
pacto de Dios y mataron a Hofní y a Finees, hijos de Elí.
Muerte
de Elí
12-15
Ese mismo día, un hombre de la tribu de Benjamín escapó de la batalla y llegó
corriendo a Siló. Había roto su ropa y se había echado polvo sobre la cabeza en
señal de luto. Cuando entró en la ciudad y le contó a la gente lo que había
pasado, todos empezaron a llorar a gritos.
El
sacerdote Elí era ya un anciano de noventa y ocho años, y se había quedado
ciego. Estaba sentado en una silla, junto al camino. Esperaba saber, con ansias
y temor, qué había pasado con el cofre del pacto de Dios. Cuando oyó el
griterío, preguntó:
—¿Por
qué hay tanto alboroto?
16
Y aquel hombre le dijo:
—Logré
escapar del campo de batalla, y acabo de llegar.
—¿Y
qué ha pasado, hijo mío? —le preguntó Elí.
17
Y el hombre le contestó:
—Los
filisteos nos derrotaron y se llevaron el cofre del pacto de Dios. Miles de
nuestros hombres han muertos. Tus hijos, Hofní y Finees, también murieron.
18
Como Elí ya era anciano y muy pesado, cuando oyó lo que había sucedido con el
cofre, se fue de espaldas, cayó junto a la puerta y se quebró el cuello. Allí
murió. Había sido líder de Israel cuarenta años.
19
La nuera de Elí estaba embarazada y a punto de tener su bebé. Le afectó saber
que el cofre del pacto de Dios había sido capturado, y que su suegro y Finees,
su esposo, habían muerto. Por eso empezó a sentir fuertes dolores, y tuvo a su
bebé; 20 eso le causó la muerte.
Antes
de que ella muriera, las mujeres que la atendían le dijeron: «Anímate, tuviste
un niño».
21-22
Ella no les respondió ni les hizo caso. Sólo tuvo tiempo de ponerle a su hijo
el nombre de «Icabod», y alcanzó a decir: «Israel ha perdido el cofre. ¡Dios
nos ha abandonado!»
Traducción
en lenguaje actual (TLA)
Copyright
© 2000 by United Bible Societies
Juan 5:24-47 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
24
»Les aseguro que todo el que preste atención a lo que digo, y crea en Dios, que
fue quien me envió, tendrá vida eterna. Aunque antes haya vivido alejado de
Dios, ya no será condenado, pues habrá recibido la vida eterna. 25 Una cosa es
cierta: ahora es cuando los que viven alejados de Dios me oirán a mí, que soy
su Hijo. Si me obedecen, tendrán la vida eterna. 26 Porque Dios, mi Padre,
tiene el poder para dar la vida, y a mí me ha dado ese poder. 27 También me ha
dado autoridad para juzgar, pues yo soy el Hijo del hombre.
28
»No se sorprendan de lo que les digo, porque va a llegar el momento en que los
muertos oirán mi voz 29 y saldrán de sus tumbas. Entonces, los que hicieron lo
bueno volverán a vivir, y estarán con Dios para siempre; pero los que hicieron
lo malo volverán a vivir para ser castigados.
Pruebas
de la autoridad de Jesús
30
»Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta. Mi Padre me envió, y él me dice
cómo debo juzgar a las personas. Por eso yo juzgo correctamente, porque no hago
lo que yo quiero, sino lo que mi Padre me ordena hacer.
31
»Si yo hablara bien de mí mismo, ustedes dirían que miento. 32 Pero conozco a
alguien que dirá quién soy yo, y que confirmará que yo digo la verdad. 33
Cuando ustedes enviaron mensajeros a Juan, él les dijo la verdad. 34-35 Las
enseñanzas de Juan fueron como una lámpara encendida en la oscuridad, y por un
tiempo ustedes se alegraron de escucharlas.
»Pero
yo no necesito que nadie hable bien de mí. Si he mencionado a Juan, ha sido
sólo para que ustedes crean y Dios los salve. 36 Yo puedo probarles que de
verdad mi Padre me ha enviado. Así lo prueba todo lo que hago, y ni siquiera
Juan puede ser mejor testigo. Porque yo hago las cosas que mi Padre me envió a
hacer.
37
»Mi Padre me ha enviado, y él también habla bien de mí. Lo que pasa es que
ustedes nunca lo han oído hablar, ni lo han visto cara a cara. 38 Ustedes no
aceptan su mensaje, pues no han creído en mí, que he sido enviado por él.
39
»Ustedes estudian la Biblia con mucho cuidado porque creen que así alcanzarán
la vida eterna. Sin embargo, a pesar de que la Biblia habla bien de mí, 40
ustedes no quieren creer en mí para alcanzar la vida eterna.
41
»A mí no me interesa que la gente hable bien de mí. 42 Además, a ustedes los
conozco muy bien, y sé que no aman a Dios. 43 Él es mi Padre, y me ha enviado,
pero ustedes no me han aceptado. Sin embargo, a quien viene por su propia
cuenta, ustedes sí lo reciben. 44 ¡Cómo van a creerme, si les gusta que sea la
gente la que hable bien de ustedes, y no el Dios único!
45
»No crean que yo voy a acusarlos con mi Padre. Ustedes han confiado en lo que
Moisés escribió, y será Moisés quien los acuse. 46 Si le creyeran a Moisés,
también creerían en mí, pues él escribió acerca de mí. 47 Pero si no creen en
lo que él escribió, ¿cómo van a creer en lo que yo les digo?»
Traducción
en lenguaje actual (TLA)
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© 2000 by United Bible Societies
Salmos 106:1-12 Traducción en lenguaje
actual (TLA)
El
pueblo de Dios se arrepiente
SALMO
106 (105)
106
¡Alabemos a nuestro Dios!
¡Démosle
gracias porque él es bueno!
¡Dios nunca deja de amarnos!
2
¡Nadie
es capaz de describir
los
milagros que Dios ha hecho!
¡Nadie
puede alabarlo
como
él se lo merece!
3
¡Dios
bendice a los que son justos
y
aman la justicia!
4
Dios,
acuérdate de mí
cuando
muestres tu bondad a tu pueblo;
tómame
en cuenta
cuando
vengas a salvarnos.
5
Permíteme
cantarte alabanzas
en
compañía de tu pueblo elegido;
¡permíteme
disfrutar
de
su bienestar y alegría!
6
Nosotros
hemos pecado,
hemos
hecho lo malo;
hemos
sido muy malvados,
como
nuestros padres y abuelos.
7
Cuando
ellos estaban en Egipto,
no
tomaron en cuenta tus grandes hechos;
no
tuvieron presente tu gran amor,
y
a la orilla del Mar de los Juncos
se
rebelaron contra ti.
8
Pero
tú los salvaste
para
que vieran tu gran poder
y
te alabaran.
9
El
Mar de los Juncos quedó seco
cuando
oyó tu reprensión;
tú
hiciste que nuestros abuelos
cruzaran
el fondo del mar
como
si cruzaran el desierto.
10-11
Sus
enemigos los odiaban,
pero
murieron ahogados en el mar.
Tú
los libraste de ellos;
¡ningún
egipcio quedó con vida!
12
Entonces
nuestros padres
creyeron
en tus promesas
y
te cantaron alabanzas;
Traducción
en lenguaje actual (TLA)
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Proverbios 14:30-31 Traducción en
lenguaje actual (TLA)
30
Mente
sana en cuerpo sano;
por
eso la envidia
te
destruye por completo.
31
Quien
le quita todo al pobre
ofende
a Dios, su creador;
quien
obedece a Dios
trata
bien al pobre.
Traducción
en lenguaje actual (TLA)
Copyright
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