Thursday, May 28, 2020

DAB Español, Viernes 29 de Mayo

Día 150, DAB Español, Viernes 29 de Mayo

2 Samuel 14:1-15:21; Juan 18:1-24; Salmos 119:97-112; Proverbios 16:8-9 (La Biblia de las Américas (LBLA))







2 Samuel 14:1-15:21 La Biblia de las Américas (LBLA)

Joab y la mujer de Tecoa

14 Joab, hijo de Sarvia, comprendió que el corazón del rey se inclinaba hacia Absalón. 2 Y Joab envió a Tecoa a traer[a] a una mujer sabia de allí, y le dijo: Te ruego que finjas estar de duelo, te pongas ahora ropas de luto y no te unjas con óleo, sino pórtate como una mujer que por muchos días ha estado de duelo por un muerto; 3 después ve al rey y háblale de esta manera. Y Joab puso las palabras en su boca.

4 Cuando la mujer de Tecoa habló[b] al rey, cayó sobre su rostro en tierra, y postrándose, dijo: ¡Socorro, oh rey! 5 Y el rey le dijo: ¿Qué te sucede? Y ella respondió: Ciertamente soy viuda, pues mi marido ha muerto. 6 Tu sierva tenía dos hijos; lucharon entre sí en el campo, y no habiendo quien los apartara[c], uno hirió al otro y lo mató. 7 Y he aquí que toda la familia se ha levantado contra tu sierva, y dicen: «Entrega al que hirió a su hermano, para que le demos muerte por la vida de su hermano a quien mató, y destruyamos al heredero también». Así extinguirán el ascua que me queda, no dejando[d] a mi marido nombre ni remanente sobre la faz de la tierra.

8 Respondió el rey a la mujer: Ve a tu casa, y daré órdenes respecto a ti. 9 Y la mujer de Tecoa dijo al rey: Oh rey mi señor, la iniquidad sea sobre mí y sobre la casa de mi padre, pero el rey y su trono sean sin culpa. 10 Entonces el rey dijo: Cualquiera que te hable, tráemelo, y no te molestará más. 11 Y ella dijo: Te ruego, oh rey, que te acuerdes del Señor tu Dios, para que el vengador de sangre no aumente el daño, no sea que destruya a mi hijo. Y él dijo: Vive el Señor, ni un pelo de tu hijo caerá a tierra.

12 Dijo entonces la mujer: Permite que tu sierva diga una palabra a mi señor el rey. Y él dijo: Habla. 13 Y la mujer dijo: ¿Por qué, pues, has pensado tal cosa contra el pueblo de Dios? Porque al decir esta palabra, el rey se hace como uno que es culpable, ya que el rey no hace volver a su desterrado. 14 Pues ciertamente moriremos; somos como el agua derramada en tierra que no se vuelve a recoger. Pero Dios no quita la vida, sino designa medios para que el desterrado no sea alejado de él. 15 Ahora, la razón por la cual[e] he venido a decir esta palabra a mi señor el rey, es porque el pueblo me ha atemorizado; por eso tu sierva se dijo: «Hablaré ahora al rey, tal vez el rey cumpla la petición[f] de su sierva. 16 Pues el rey oirá y librará[g] a su sierva de mano[h] del hombre que destruiría a ambos[i], a mí y a mi hijo, de la heredad de Dios». 17 Se dijo además tu sierva: «Sea consuelo[j] la palabra de mi señor el rey, pues como el ángel de Dios, así es mi señor el rey para discernir el bien y el mal. ¡Que el Señor tu Dios sea contigo!».

18 Respondió el rey y dijo a la mujer: Te ruego que no me ocultes nada de lo que voy a preguntarte. Y la mujer dijo: Hable mi señor el rey. 19 Y el rey dijo: ¿Está contigo la mano de Joab en todo esto? Y la mujer respondió y dijo: Vive tu alma, mi señor el rey, nadie puede desviarse ni a la derecha ni a la izquierda de todo lo que mi señor el rey ha hablado. En verdad fue tu siervo Joab quien me mandó, y fue él quien puso todas estas palabras en boca de tu sierva; 20 tu siervo Joab ha hecho esto con el fin de cambiar el aspecto de las cosas. Pero mi señor es sabio, como con la sabiduría del ángel de Dios, para saber todo lo que hay en la tierra.
Regreso de Absalón

21 Entonces el rey dijo a Joab: He aquí, ciertamente ahora haré esto; ve y trae al joven Absalón. 22 Joab cayó rostro en tierra, y postrándose, bendijo al rey; entonces Joab dijo: Oh rey mi señor, hoy tu siervo sabe que he hallado gracia ante tus ojos, puesto que el rey ha concedido la petición[k] de su siervo. 23 Joab se levantó, fue a Gesur y trajo a Absalón a Jerusalén. 24 Pero el rey dijo: Que vuelva a su casa y no vea mi rostro. Y Absalón volvió a su casa, y no vio el rostro del rey.

25 En todo Israel no había nadie tan bien parecido ni tan celebrado como Absalón; desde la planta de su pie hasta su coronilla no había defecto en él. 26 Cuando se cortaba el cabello (y era al final de cada año que se lo cortaba, pues le pesaba mucho y por eso se lo cortaba), el cabello pesaba doscientos siclos[l] según el peso real. 27 Y a Absalón le nacieron tres hijos y una hija que se llamaba Tamar; era ella una mujer de hermosa apariencia.

28 Absalón residió dos años completos en Jerusalén sin ver el rostro del rey. 29 Entonces Absalón mandó a buscar a Joab para enviarlo al rey, pero él no quiso venir. Y por segunda vez envió por él, pero no quiso venir. 30 Dijo, pues, a sus siervos: Mirad, el campo[m] de Joab está junto al mío, y allí tiene cebada; id y prendedle fuego. Y los siervos de Absalón prendieron fuego al campo[n]. 31 Entonces Joab se levantó, vino a la casa de Absalón y le dijo: ¿Por qué tus siervos han prendido fuego a mi campo[o]? 32 Y Absalón respondió a Joab: He aquí, envié por ti, diciendo: «Ven acá, para enviarte al rey a decirle: “¿Para qué vine de Gesur? Mejor me hubiera sido estar aún allá”». Ahora pues, vea yo el rostro del rey; y si hay iniquidad en mí, que me dé muerte. 33 Cuando Joab vino al rey y se lo hizo saber, este llamó a Absalón, y este vino ante el rey y se postró sobre su rostro en tierra delante del rey. Y el rey besó a Absalón.
Conspiración de Absalón

15 Aconteció después de esto que Absalón se hizo de un carro y caballos, y de cincuenta hombres que corrieran[p] delante de él. 2 Y Absalón se levantaba temprano y se situaba junto al camino de la puerta; y sucedía que todo aquel que tenía un pleito y venía al rey para juicio, Absalón lo llamaba y decía: ¿De qué ciudad eres? Y este respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel. 3 Entonces Absalón le decía: Mira, tu causa[q] es buena y justa, pero nadie te va a escuchar de parte del rey. 4 Decía además Absalón: ¡Quién me nombrara juez en la tierra! Entonces todo hombre que tuviera pleito o causa alguna podría venir a mí y yo le haría justicia. 5 Y sucedía que cuando alguno se acercaba y se postraba ante él, él extendía su mano, lo levantaba[r] y lo besaba. 6 De esta manera Absalón trataba a todo israelita que venía al rey para juicio; así Absalón robó el corazón de los hombres de Israel.

7 Y aconteció que al cabo de cuatro[s] años Absalón dijo al rey: Te ruego me dejes ir a Hebrón a pagar mi voto que he hecho al Señor. 8 Pues tu siervo prometió un voto mientras habitaba en Gesur, en Aram, diciendo: «Si en verdad el Señor me hace volver a Jerusalén, entonces yo serviré al Señor». 9 Y el rey le dijo: Vete en paz. Y él se levantó y fue a Hebrón. 10 Pero Absalón envió espías por todas las tribus de Israel, diciendo: Tan pronto oigáis el sonido de la trompeta, entonces diréis: «Absalón es rey en Hebrón». 11 Con Absalón fueron doscientos hombres de Jerusalén como invitados; fueron inocentemente[t], sin saber nada. 12 Y Absalón envió por Ahitofel gilonita, consejero de David, desde Gilo su ciudad, cuando ofrecía los sacrificios. Y la conspiración se hacía fuerte porque constantemente aumentaba la gente que seguía a Absalón.

13 Entonces un mensajero vino a David, diciendo: El corazón de los hombres de Israel está con[u] Absalón. 14 Y David dijo a todos sus siervos que estaban con él en Jerusalén: Levantaos y huyamos, porque si no, ninguno de nosotros escapará de Absalón. Id de prisa, no sea que nos alcance pronto, traiga desgracia sobre nosotros y hiera la ciudad a filo de espada. 15 Y los siervos del rey le dijeron[v]: He aquí, tus siervos están listos para hacer todo lo que nuestro[w] señor el rey quiera. 16 Salió el rey, y toda su casa con él[x], dejando el rey a diez concubinas para cuidar la casa. 17 Salió, pues, el rey y toda la gente con él[y], y se detuvieron en la última casa. 18 Todos sus siervos pasaron junto a él, todos los cereteos, peleteos y todos los geteos, seiscientos hombres que habían venido con él[z] desde Gat; todos pasaron delante del rey.

19 Y el rey dijo a Itai geteo: ¿Por qué has de venir tú también con nosotros? Regresa y quédate con el rey, porque eres un extranjero y también un desterrado; regresa a tu lugar. 20 Llegaste apenas ayer, ¿y he de hacer que vagues hoy con nosotros mientras yo voy por donde quiera ir? Regresa y haz volver a tus hermanos, y que sean contigo la misericordia y la verdad[aa]. 21 Pero Itai respondió al rey, y dijo: Vive el Señor y vive mi señor el rey, ciertamente dondequiera que esté mi señor el rey, ya sea para muerte o para vida, allí también estará tu siervo.
Footnotes:

    2 Samuel 14:2 Lit., y tomó
    2 Samuel 14:4 Muchos mss. y versiones antiguas dicen: vino
    2 Samuel 14:6 Lit., libertador entre ellos
    2 Samuel 14:7 Lit., no poniendo
    2 Samuel 14:15 Lit., Y ahora que
    2 Samuel 14:15 Lit., palabra
    2 Samuel 14:16 Lit., para librar
    2 Samuel 14:16 Lit., palma
    2 Samuel 14:16 Lit., juntos
    2 Samuel 14:17 Lit., para descanso
    2 Samuel 14:22 Lit., palabra
    2 Samuel 14:26 Un siclo equivale aprox. a 11.4 gramos
    2 Samuel 14:30 Lit., la porción
    2 Samuel 14:30 Lit., a la porción
    2 Samuel 14:31 Lit., porción
    2 Samuel 15:1 Lit., hombres corredores
    2 Samuel 15:3 Lit., tu palabra
    2 Samuel 15:5 Lit., asía de él
    2 Samuel 15:7 Así en algunas versiones antiguas; en el T.M., cuarenta
    2 Samuel 15:11 Lit., con su integridad
    2 Samuel 15:13 Lit., tras
    2 Samuel 15:15 Lit., dijeron al rey
    2 Samuel 15:15 Lit., mi
    2 Samuel 15:16 Lit., a sus pies
    2 Samuel 15:17 Lit., a sus pies
    2 Samuel 15:18 Lit., a sus pies
    2 Samuel 15:20 O, fidelidad

La Biblia de las Américas (LBLA)
Copyright © 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation

Juan 18:1-24 La Biblia de las Américas (LBLA)

Traición y arresto de Jesús

18 Después de haber dicho esto, Jesús salió con sus discípulos al otro lado del torrente[a] Cedrón, donde había un huerto en el cual entró Él con sus discípulos. 2 También Judas, el que le iba a entregar[b], conocía el lugar, porque Jesús se había reunido allí a menudo con sus discípulos. 3 Entonces Judas, tomando la cohorte romana[c], y a varios alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue* allá con linternas, antorchas y armas. 4 Jesús, pues, sabiendo todo lo que le iba a sobrevenir, salió y les dijo*: ¿A quién buscáis? 5 Ellos le respondieron: A Jesús el Nazareno. Él les dijo*: Yo soy[d]. Y Judas, el que le entregaba, estaba con ellos. 6 Y[e] cuando Él les dijo: Yo soy[f], retrocedieron y cayeron a tierra. 7 Jesús entonces volvió a preguntarles: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús el Nazareno. 8 Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; por tanto, si me buscáis a mí, dejad ir a estos; 9 para que se cumpliera la palabra que había dicho: De los que me diste, no perdí ninguno. 10 Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la sacó e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco. 11 Jesús entonces dijo a Pedro: Mete la espada en la vaina. La copa que el Padre me ha dado, ¿acaso no la he de beber?

12 Entonces la cohorte romana, el comandante[g] y los alguaciles de los judíos prendieron a Jesús y le ataron, 13 y le llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, que era sumo sacerdote ese año. 14 Y Caifás era el que había aconsejado a los judíos que convenía que un hombre muriera por el pueblo.
Primera negación de Pedro

15 Y Simón Pedro seguía a Jesús, y también otro discípulo. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entró con Jesús al patio del sumo sacerdote, 16 pero Pedro estaba fuera, a la puerta. Así que el otro discípulo, que era conocido del sumo sacerdote, salió y habló a la portera, e hizo entrar a Pedro. 17 Entonces la criada que cuidaba la puerta dijo* a Pedro: ¿No eres tú también uno de los discípulos de este hombre? Y él dijo*: No lo soy. 18 Y los siervos y los alguaciles estaban de pie calentándose junto a unas brasas que habían encendido[h] porque hacía frío; y Pedro estaba también con ellos de pie y calentándose.
Jesús ante el sumo sacerdote

19 Entonces el sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de sus enseñanzas. 20 Jesús le respondió: Yo he hablado al mundo abiertamente; siempre enseñé en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y nada he hablado en secreto. 21 ¿Por qué me preguntas a mí? Pregúntales a los que han oído lo que hablé; he aquí, estos saben lo que he dicho. 22 Cuando dijo esto, uno de los alguaciles que estaba cerca, dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote? 23 Jesús le respondió: Si he hablado mal, da testimonio de lo que he hablado mal; pero si hablé bien, ¿por qué me pegas? 24 Anás entonces le envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.
Footnotes:

    Juan 18:1 Lit., torrente de invierno
    Juan 18:2 O, traicionar
    Juan 18:3 I.e., unidad militar romana compuesta de varias centurias, y así en el vers. 12
    Juan 18:5 Véase nota en Juan 8:24
    Juan 18:6 Lit., Por tanto
    Juan 18:6 Véase nota en Juan 8:24
    Juan 18:12 Gr., quiliarca; i.e., oficial romano al mando de mil soldados
    Juan 18:18 Lit., hecho

La Biblia de las Américas (LBLA)
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Salmos 119:97-112 La Biblia de las Américas (LBLA)

Mem.

97
¡Cuánto amo tu ley!
Todo el día es ella mi meditación.
98
Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos,
porque son míos[a] para siempre.
99
Tengo más discernimiento que todos mis maestros,
porque tus testimonios son mi meditación.
100
Entiendo más que los ancianos,
porque tus preceptos he guardado.
101
De todo mal camino he refrenado mis pies,
para guardar tu palabra.
102
No me he desviado de tus ordenanzas,
porque tú me has enseñado.
103
¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras[b]!,
más que la miel a mi boca.
104
De tus preceptos recibo entendimiento,
por tanto aborrezco todo camino de mentira.
Nun.

105
Lámpara es a mis pies tu palabra,
y luz para mi camino.
106
He jurado, y lo confirmaré,
que guardaré tus justas ordenanzas.
107
Estoy profundamente afligido;
Señor, vivifícame conforme a tu palabra.
108
Te ruego aceptes las ofrendas voluntarias de mi boca, oh Señor,
y enséñame tus ordenanzas.
109
En peligro[c] continuo está mi vida[d],
con todo, no me olvido de tu ley.
110
Los impíos me han tendido lazo,
pero no me he desviado de tus preceptos.
111
Tus testimonios he tomado como herencia para siempre,
porque son el gozo de mi corazón.
112
He inclinado mi corazón para cumplir tus estatutos
por siempre, y hasta el fin.
Footnotes:

    Salmos 119:98 O, están conmigo
    Salmos 119:103 O, promesas
    Salmos 119:109 Lit., En mi palma de
    Salmos 119:109 Lit., alma

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Proverbios 16:8-9 La Biblia de las Américas (LBLA)

8
Mejor es poco con justicia,
que gran ganancia con injusticia.
9
La mente del hombre planea su camino,
pero el Señor dirige sus pasos.

La Biblia de las Américas (LBLA)
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