2 Samuel 14:1-15:21; Juan 18:1-24; Salmos 119:97-112; Proverbios 16:8-9 (La Biblia de las Américas (LBLA))
2 Samuel 14:1-15:21 La Biblia de las
Américas (LBLA)
Joab
y la mujer de Tecoa
14
Joab, hijo de Sarvia, comprendió que el corazón del rey se inclinaba hacia
Absalón. 2 Y Joab envió a Tecoa a traer[a] a una mujer sabia de allí, y le
dijo: Te ruego que finjas estar de duelo, te pongas ahora ropas de luto y no te
unjas con óleo, sino pórtate como una mujer que por muchos días ha estado de
duelo por un muerto; 3 después ve al rey y háblale de esta manera. Y Joab puso
las palabras en su boca.
4
Cuando la mujer de Tecoa habló[b] al rey, cayó sobre su rostro en tierra, y
postrándose, dijo: ¡Socorro, oh rey! 5 Y el rey le dijo: ¿Qué te sucede? Y ella
respondió: Ciertamente soy viuda, pues mi marido ha muerto. 6 Tu sierva tenía
dos hijos; lucharon entre sí en el campo, y no habiendo quien los apartara[c],
uno hirió al otro y lo mató. 7 Y he aquí que toda la familia se ha levantado
contra tu sierva, y dicen: «Entrega al que hirió a su hermano, para que le
demos muerte por la vida de su hermano a quien mató, y destruyamos al heredero
también». Así extinguirán el ascua que me queda, no dejando[d] a mi marido
nombre ni remanente sobre la faz de la tierra.
8
Respondió el rey a la mujer: Ve a tu casa, y daré órdenes respecto a ti. 9 Y la
mujer de Tecoa dijo al rey: Oh rey mi señor, la iniquidad sea sobre mí y sobre
la casa de mi padre, pero el rey y su trono sean sin culpa. 10 Entonces el rey
dijo: Cualquiera que te hable, tráemelo, y no te molestará más. 11 Y ella dijo:
Te ruego, oh rey, que te acuerdes del Señor tu Dios, para que el vengador de
sangre no aumente el daño, no sea que destruya a mi hijo. Y él dijo: Vive el Señor,
ni un pelo de tu hijo caerá a tierra.
12
Dijo entonces la mujer: Permite que tu sierva diga una palabra a mi señor el
rey. Y él dijo: Habla. 13 Y la mujer dijo: ¿Por qué, pues, has pensado tal cosa
contra el pueblo de Dios? Porque al decir esta palabra, el rey se hace como uno
que es culpable, ya que el rey no hace volver a su desterrado. 14 Pues
ciertamente moriremos; somos como el agua derramada en tierra que no se vuelve
a recoger. Pero Dios no quita la vida, sino designa medios para que el desterrado
no sea alejado de él. 15 Ahora, la razón por la cual[e] he venido a decir esta
palabra a mi señor el rey, es porque el pueblo me ha atemorizado; por eso tu
sierva se dijo: «Hablaré ahora al rey, tal vez el rey cumpla la petición[f] de
su sierva. 16 Pues el rey oirá y librará[g] a su sierva de mano[h] del hombre
que destruiría a ambos[i], a mí y a mi hijo, de la heredad de Dios». 17 Se dijo
además tu sierva: «Sea consuelo[j] la palabra de mi señor el rey, pues como el
ángel de Dios, así es mi señor el rey para discernir el bien y el mal. ¡Que el
Señor tu Dios sea contigo!».
18
Respondió el rey y dijo a la mujer: Te ruego que no me ocultes nada de lo que
voy a preguntarte. Y la mujer dijo: Hable mi señor el rey. 19 Y el rey dijo:
¿Está contigo la mano de Joab en todo esto? Y la mujer respondió y dijo: Vive
tu alma, mi señor el rey, nadie puede desviarse ni a la derecha ni a la
izquierda de todo lo que mi señor el rey ha hablado. En verdad fue tu siervo
Joab quien me mandó, y fue él quien puso todas estas palabras en boca de tu
sierva; 20 tu siervo Joab ha hecho esto con el fin de cambiar el aspecto de las
cosas. Pero mi señor es sabio, como con la sabiduría del ángel de Dios, para
saber todo lo que hay en la tierra.
Regreso
de Absalón
21
Entonces el rey dijo a Joab: He aquí, ciertamente ahora haré esto; ve y trae al
joven Absalón. 22 Joab cayó rostro en tierra, y postrándose, bendijo al rey;
entonces Joab dijo: Oh rey mi señor, hoy tu siervo sabe que he hallado gracia
ante tus ojos, puesto que el rey ha concedido la petición[k] de su siervo. 23
Joab se levantó, fue a Gesur y trajo a Absalón a Jerusalén. 24 Pero el rey
dijo: Que vuelva a su casa y no vea mi rostro. Y Absalón volvió a su casa, y no
vio el rostro del rey.
25
En todo Israel no había nadie tan bien parecido ni tan celebrado como Absalón;
desde la planta de su pie hasta su coronilla no había defecto en él. 26 Cuando
se cortaba el cabello (y era al final de cada año que se lo cortaba, pues le
pesaba mucho y por eso se lo cortaba), el cabello pesaba doscientos siclos[l]
según el peso real. 27 Y a Absalón le nacieron tres hijos y una hija que se
llamaba Tamar; era ella una mujer de hermosa apariencia.
28
Absalón residió dos años completos en Jerusalén sin ver el rostro del rey. 29
Entonces Absalón mandó a buscar a Joab para enviarlo al rey, pero él no quiso
venir. Y por segunda vez envió por él, pero no quiso venir. 30 Dijo, pues, a
sus siervos: Mirad, el campo[m] de Joab está junto al mío, y allí tiene cebada;
id y prendedle fuego. Y los siervos de Absalón prendieron fuego al campo[n]. 31
Entonces Joab se levantó, vino a la casa de Absalón y le dijo: ¿Por qué tus
siervos han prendido fuego a mi campo[o]? 32 Y Absalón respondió a Joab: He
aquí, envié por ti, diciendo: «Ven acá, para enviarte al rey a decirle: “¿Para
qué vine de Gesur? Mejor me hubiera sido estar aún allá”». Ahora pues, vea yo
el rostro del rey; y si hay iniquidad en mí, que me dé muerte. 33 Cuando Joab
vino al rey y se lo hizo saber, este llamó a Absalón, y este vino ante el rey y
se postró sobre su rostro en tierra delante del rey. Y el rey besó a Absalón.
Conspiración
de Absalón
15
Aconteció después de esto que Absalón se hizo de un carro y caballos, y de
cincuenta hombres que corrieran[p] delante de él. 2 Y Absalón se levantaba
temprano y se situaba junto al camino de la puerta; y sucedía que todo aquel
que tenía un pleito y venía al rey para juicio, Absalón lo llamaba y decía: ¿De
qué ciudad eres? Y este respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel.
3 Entonces Absalón le decía: Mira, tu causa[q] es buena y justa, pero nadie te
va a escuchar de parte del rey. 4 Decía además Absalón: ¡Quién me nombrara juez
en la tierra! Entonces todo hombre que tuviera pleito o causa alguna podría
venir a mí y yo le haría justicia. 5 Y sucedía que cuando alguno se acercaba y
se postraba ante él, él extendía su mano, lo levantaba[r] y lo besaba. 6 De
esta manera Absalón trataba a todo israelita que venía al rey para juicio; así
Absalón robó el corazón de los hombres de Israel.
7
Y aconteció que al cabo de cuatro[s] años Absalón dijo al rey: Te ruego me
dejes ir a Hebrón a pagar mi voto que he hecho al Señor. 8 Pues tu siervo
prometió un voto mientras habitaba en Gesur, en Aram, diciendo: «Si en verdad
el Señor me hace volver a Jerusalén, entonces yo serviré al Señor». 9 Y el rey
le dijo: Vete en paz. Y él se levantó y fue a Hebrón. 10 Pero Absalón envió
espías por todas las tribus de Israel, diciendo: Tan pronto oigáis el sonido de
la trompeta, entonces diréis: «Absalón es rey en Hebrón». 11 Con Absalón fueron
doscientos hombres de Jerusalén como invitados; fueron inocentemente[t], sin
saber nada. 12 Y Absalón envió por Ahitofel gilonita, consejero de David, desde
Gilo su ciudad, cuando ofrecía los sacrificios. Y la conspiración se hacía
fuerte porque constantemente aumentaba la gente que seguía a Absalón.
13
Entonces un mensajero vino a David, diciendo: El corazón de los hombres de
Israel está con[u] Absalón. 14 Y David dijo a todos sus siervos que estaban con
él en Jerusalén: Levantaos y huyamos, porque si no, ninguno de nosotros
escapará de Absalón. Id de prisa, no sea que nos alcance pronto, traiga
desgracia sobre nosotros y hiera la ciudad a filo de espada. 15 Y los siervos
del rey le dijeron[v]: He aquí, tus siervos están listos para hacer todo lo que
nuestro[w] señor el rey quiera. 16 Salió el rey, y toda su casa con él[x],
dejando el rey a diez concubinas para cuidar la casa. 17 Salió, pues, el rey y
toda la gente con él[y], y se detuvieron en la última casa. 18 Todos sus
siervos pasaron junto a él, todos los cereteos, peleteos y todos los geteos,
seiscientos hombres que habían venido con él[z] desde Gat; todos pasaron
delante del rey.
19
Y el rey dijo a Itai geteo: ¿Por qué has de venir tú también con nosotros?
Regresa y quédate con el rey, porque eres un extranjero y también un
desterrado; regresa a tu lugar. 20 Llegaste apenas ayer, ¿y he de hacer que
vagues hoy con nosotros mientras yo voy por donde quiera ir? Regresa y haz
volver a tus hermanos, y que sean contigo la misericordia y la verdad[aa]. 21
Pero Itai respondió al rey, y dijo: Vive el Señor y vive mi señor el rey,
ciertamente dondequiera que esté mi señor el rey, ya sea para muerte o para
vida, allí también estará tu siervo.
Footnotes:
2 Samuel 14:2 Lit., y tomó
2 Samuel 14:4 Muchos mss. y versiones
antiguas dicen: vino
2 Samuel 14:6 Lit., libertador entre ellos
2 Samuel 14:7 Lit., no poniendo
2 Samuel 14:15 Lit., Y ahora que
2 Samuel 14:15 Lit., palabra
2 Samuel 14:16 Lit., para librar
2 Samuel 14:16 Lit., palma
2 Samuel 14:16 Lit., juntos
2 Samuel 14:17 Lit., para descanso
2 Samuel 14:22 Lit., palabra
2 Samuel 14:26 Un siclo equivale aprox. a
11.4 gramos
2 Samuel 14:30 Lit., la porción
2 Samuel 14:30 Lit., a la porción
2 Samuel 14:31 Lit., porción
2 Samuel 15:1 Lit., hombres corredores
2 Samuel 15:3 Lit., tu palabra
2 Samuel 15:5 Lit., asía de él
2 Samuel 15:7 Así en algunas versiones
antiguas; en el T.M., cuarenta
2 Samuel 15:11 Lit., con su integridad
2 Samuel 15:13 Lit., tras
2 Samuel 15:15 Lit., dijeron al rey
2 Samuel 15:15 Lit., mi
2 Samuel 15:16 Lit., a sus pies
2 Samuel 15:17 Lit., a sus pies
2 Samuel 15:18 Lit., a sus pies
2 Samuel 15:20 O, fidelidad
La
Biblia de las Américas (LBLA)
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Juan 18:1-24 La Biblia de las Américas
(LBLA)
Traición
y arresto de Jesús
18
Después de haber dicho esto, Jesús salió con sus discípulos al otro lado del
torrente[a] Cedrón, donde había un huerto en el cual entró Él con sus
discípulos. 2 También Judas, el que le iba a entregar[b], conocía el lugar,
porque Jesús se había reunido allí a menudo con sus discípulos. 3 Entonces
Judas, tomando la cohorte romana[c], y a varios alguaciles de los principales
sacerdotes y de los fariseos, fue* allá con linternas, antorchas y armas. 4
Jesús, pues, sabiendo todo lo que le iba a sobrevenir, salió y les dijo*: ¿A
quién buscáis? 5 Ellos le respondieron: A Jesús el Nazareno. Él les dijo*: Yo
soy[d]. Y Judas, el que le entregaba, estaba con ellos. 6 Y[e] cuando Él les
dijo: Yo soy[f], retrocedieron y cayeron a tierra. 7 Jesús entonces volvió a
preguntarles: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús el Nazareno. 8
Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; por tanto, si me buscáis a mí, dejad
ir a estos; 9 para que se cumpliera la palabra que había dicho: De los que me
diste, no perdí ninguno. 10 Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la sacó
e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se
llamaba Malco. 11 Jesús entonces dijo a Pedro: Mete la espada en la vaina. La
copa que el Padre me ha dado, ¿acaso no la he de beber?
12
Entonces la cohorte romana, el comandante[g] y los alguaciles de los judíos
prendieron a Jesús y le ataron, 13 y le llevaron primero ante Anás, porque era
suegro de Caifás, que era sumo sacerdote ese año. 14 Y Caifás era el que había
aconsejado a los judíos que convenía que un hombre muriera por el pueblo.
Primera
negación de Pedro
15
Y Simón Pedro seguía a Jesús, y también otro discípulo. Este discípulo era
conocido del sumo sacerdote, y entró con Jesús al patio del sumo sacerdote, 16
pero Pedro estaba fuera, a la puerta. Así que el otro discípulo, que era
conocido del sumo sacerdote, salió y habló a la portera, e hizo entrar a Pedro.
17 Entonces la criada que cuidaba la puerta dijo* a Pedro: ¿No eres tú también
uno de los discípulos de este hombre? Y él dijo*: No lo soy. 18 Y los siervos y
los alguaciles estaban de pie calentándose junto a unas brasas que habían
encendido[h] porque hacía frío; y Pedro estaba también con ellos de pie y
calentándose.
Jesús
ante el sumo sacerdote
19
Entonces el sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de sus
enseñanzas. 20 Jesús le respondió: Yo he hablado al mundo abiertamente; siempre
enseñé en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y nada
he hablado en secreto. 21 ¿Por qué me preguntas a mí? Pregúntales a los que han
oído lo que hablé; he aquí, estos saben lo que he dicho. 22 Cuando dijo esto,
uno de los alguaciles que estaba cerca, dio una bofetada a Jesús, diciendo:
¿Así respondes al sumo sacerdote? 23 Jesús le respondió: Si he hablado mal, da
testimonio de lo que he hablado mal; pero si hablé bien, ¿por qué me pegas? 24
Anás entonces le envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.
Footnotes:
Juan 18:1 Lit., torrente de invierno
Juan 18:2 O, traicionar
Juan 18:3 I.e., unidad militar romana
compuesta de varias centurias, y así en el vers. 12
Juan 18:5 Véase nota en Juan 8:24
Juan 18:6 Lit., Por tanto
Juan 18:6 Véase nota en Juan 8:24
Juan 18:12 Gr., quiliarca; i.e., oficial
romano al mando de mil soldados
Juan 18:18 Lit., hecho
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Salmos 119:97-112 La Biblia de las
Américas (LBLA)
Mem.
97
¡Cuánto
amo tu ley!
Todo
el día es ella mi meditación.
98
Tus
mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos,
porque
son míos[a] para siempre.
99
Tengo
más discernimiento que todos mis maestros,
porque
tus testimonios son mi meditación.
100
Entiendo
más que los ancianos,
porque
tus preceptos he guardado.
101
De
todo mal camino he refrenado mis pies,
para
guardar tu palabra.
102
No
me he desviado de tus ordenanzas,
porque
tú me has enseñado.
103
¡Cuán
dulces son a mi paladar tus palabras[b]!,
más
que la miel a mi boca.
104
De
tus preceptos recibo entendimiento,
por
tanto aborrezco todo camino de mentira.
Nun.
105
Lámpara
es a mis pies tu palabra,
y
luz para mi camino.
106
He
jurado, y lo confirmaré,
que
guardaré tus justas ordenanzas.
107
Estoy
profundamente afligido;
Señor,
vivifícame conforme a tu palabra.
108
Te
ruego aceptes las ofrendas voluntarias de mi boca, oh Señor,
y
enséñame tus ordenanzas.
109
En
peligro[c] continuo está mi vida[d],
con
todo, no me olvido de tu ley.
110
Los
impíos me han tendido lazo,
pero
no me he desviado de tus preceptos.
111
Tus
testimonios he tomado como herencia para siempre,
porque
son el gozo de mi corazón.
112
He
inclinado mi corazón para cumplir tus estatutos
por
siempre, y hasta el fin.
Footnotes:
Salmos 119:98 O, están conmigo
Salmos 119:103 O, promesas
Salmos 119:109 Lit., En mi palma de
Salmos 119:109 Lit., alma
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Proverbios 16:8-9 La Biblia de las
Américas (LBLA)
8
Mejor
es poco con justicia,
que
gran ganancia con injusticia.
9
La
mente del hombre planea su camino,
pero
el Señor dirige sus pasos.
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